Estaremos todos de acuerdo en que la profesión de médico es una de las más nobles y admirables.
Los médicos occidentales han establecido un código ético, para ejercer su profesión, que denominamos juramento hipocrático y que recibe su nombre de Hipócrates de Cos, un médico que vivió en Grecia entre los siglos V y IV antes de Cristo, y que está considerado como padre de la medicina.
Es, sin embargo, varios siglos más tarde, en el siglo II después de Cristo, cuando Galeno formula el juramento hipocrático con un contenido similar al actual.
Ese código ético ha ido adaptándose a lo largo de los años y la Asociación Médica Mundial aprobó en Chicago, en 2017, el siguiente texto:
COMO MIEMBRO DE LA PROFESIÓN MÉDICA, PROMETO SOLEMNEMENTE:DEDICAR mi vida al servicio de la humanidad;
VELAR ante todo por la salud y el bienestar de mis pacientes;
RESPETAR la autonomía y la dignidad de mis pacientes;
VELAR con el máximo respeto por la vida humana;
NO PERMITIR que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mis pacientes;
GUARDAR Y RESPETAR los secretos que se me hayan confiado, incluso después del fallecimiento de mis pacientes;
EJERCER mi profesión con conciencia y dignidad, conforme a la buena práctica médica;
PROMOVER el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica;
OTORGAR a mis maestros, colegas y estudiantes el respeto y la gratitud que merecen;
COMPARTIR mis conocimientos médicos en beneficio del paciente y del avance de la salud;
CUIDAR de mi propia salud, bienestar y capacidades para prestar una atención médica del más alto nivel;
NO EMPLEAR mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades ciudadanas, ni siquiera bajo amenaza;
HAGO ESTA PROMESA solemne y libremente, empeñando mi palabra de honor.
Todos conocemos las tropelías que se cometieron durante la Guerra Civil. Los que tenemos una cierta edad, aunque no la vivimos, sí oímos historias diversas protagonizadas por elementos de uno y otro bando.
Cuando te pones a remover papeles en un Archivo Histórico encuentras documentos singulares y algunos te remueven las tripas. Y si no, vean el siguiente certificado médico firmado el siete de marzo de 1937:
«Certifico: que en el dia de hoy he sido llamado para asistir al preso XXX, y que personado inmediatamente, al parecer está muerto pero como pudiera ser una muerte aparente opino debe ser depositado en lugar seguro por si lo que no es probable no se hallase muerto, no pueda fugarse, esperando á los sintomas de descomposicion».
La omisión de auxilio y la manifiesta crueldad del texto, contradicen el juramento hipocrático de ese médico. Algunos lo justificarán por los tiempos que corrían, pero la situación política nunca debe ser excusa para una mala praxis médica.
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