22 julio 2024

Estepona y la fiebre amarilla a principios del siglo XIX

    La fiebre amarilla, también llamada vómito negro, es una enfermedad vírica transmitida por mosquitos que, hasta el siglo XIX, produjo epidemias de una gran mortalidad. 

    En julio de 1800 es probable que llegara a Cádiz a bordo de barcos procedentes de África o del Caribe, propagándose a gran velocidad por la zona portuaria, la ciudad y los pueblos de la comarca. Prácticamente, el 85% de los habitantes de la capital se contagió y, de éstos, falleció el 12,5 %, siendo mayor el número de hombres que el de mujeres.

    También Sevilla sufrió la enfermedad con una incidencia similar.

    De Estepona sabemos, por el acta capitular de 5 de octubre de 1800 en el punto del orden del día en el que se trata el apremio por impago del canon correspondiente a un préstamo recibido por la Corona, algunas de las medidas preventivas que se tomaron para que no se propagase la epidemia de fiebre amarilla existente en Cádiz:

«[...] y por lo mismo no parece nada conforme a que se le aflija ahora con dicho apremio, mayormente en las actuales circunstancias en que se halla este Pueblo y su Ayuntamiento, abrumados, fatigados y entristecidos con un continuo desvelo y trabajos para precaverse de las enfermedad epidémicas o contagiosas que les amenazan, acreditadas en Cádiz y demás Pueblos de su Comarca, distante solo veinte leguas de esta Villa; siendo indispensable ocurrir por esta urgentísima e indispensable causa a los considerables gastos que en la actualidad se hacen, así en la construcción de barracones para las Guardias que se han establecido alrededor del pueblo para impedir la entrada de toda persona desconocida o sospechosa, como para los que se han formado y están formando para Lazaretos, estando ya puestos en ellos en cuarentena diferentes individuos procedentes de los Pueblos donde se experimentan las enfermedades epidémicas sin omitir los demás precisos gastos auxiliatorios de sus ten(...)ción, medicamentos y asistencia de aquellas personas que están en Lazareto y por su pobreza necesitan que la humanidad los provea de lo necesario para sostener la vida y acudir a su curativa; como también los considerables gastos que se han originado en el establecimiento de un bote de Sanidad con su respectiva tripulación; en cuyos objetos tan importantísimos y de la primera atención es forzoso invertir continuamente considerable suma, todo a fin de conservar la salud pública y evitar todo caso que pueda ser perjudicial y nocivo a ella». 

    En 1803 se registra un nuevo brote de fiebre amarilla en el puerto de Málaga, extendiéndose por la capital y localidades vecinas, y llegando a otras poblaciones del interior andaluz, Murcia, Cartagena y Alicante. El miedo al contagio provocó una salida masiva de vecinos. Las autoridades reaccionaron ordenando que se constituyera un cordón sanitario que impidiera la entrada o salida de enfermos; se restringió la circulación de personas y mercancías; y se habilitaron zonas para la atención de los contagiados.  Cerca de un 15% de la población malacitana falleció. 

Al respecto, es muy interesante y curioso el libro de D. Juan Manuel de Aréjula titulado "Breve Descripción de la Fiebre Amarilla en las Andalucías", publicado en Madrid, en la Imprenta Real, en 1806 y disponible en la Biblioteca Nacional de España. Además de cuestiones médicas diversas contiene un gran número de datos estadísticos. 


    En la página 244 recoge: «En Estepona y Medinasidonia no se padeció tampoco la epidemia (...)», buena señal de que el Ayuntamiento de Estepona tomó las medidas adecuadas para evitar el contagio de la población.
    Al final del libro aparece el plano de la ciudad de Málaga y los puntos de contagio, que presentamos a continuación coloreado:

De Estepona tenemos noticias por el acta capitular de 17 de octubre de 1803, en la que se recoge que el pago de salarios al médico y al maestro del pueblo no estaba autorizado por el Consejo de Castilla y el Ayuntamiento acuerda que:

«se conformaban con la suspensión de la dotación de cien ducados del Médico titular de esta Villa, hasta obtener la competente aprobación, pero que esto debe entenderse, luego que cese la epidemia que se padece en Málaga, pues no parece razón disgustarlo en la presente ocasión, en que tanto se le hace trabajar, visitando cuatro veces diarias los lazaretos extramuros del Pueblo, mayormente cuando la Villa lo trajo a él, sacándolo de la de Cortes, bajo la oferta de dicha dotación, con que le ha estado contribuyendo de muchos años a esta parte, y que aunque esto lo haya hecho por los medios que ha podido escogitar, sin transcendencia, ni aprobación de la Superioridad, al fin ha sido en beneficio del Común, a que están destinados los caudales públicos y así quedó resuelto.» 

La actuación del Ayuntamiento de Estepona también se recoge en el acta capitular de 10 de noviembre de 1803: 

«En este Cabildo, se ha tenido presente, que los graves costos que han ocurrido y ocurren con motivo de la epidemia, que se padece en Málaga, han consumido, en buena parte, las Rentas del Caudal de Propios, pues por proximidad a dicho Pueblo infestado, ha sido necesario cercar a esta Villa, traspasar del cordón allá los emigrados de Málaga, mantener en Lazareto algunos que se vinieron al principio y antes de formarse el referido cordón, y pagar al presente Escribano, doce reales diarios, que fueron los señalados a su antecesor, cuando la epidemia de Cádiz, por la obligación de ocurrir a las Fuerzas de Sanidad, extenderlas, formar para portes a todos los transeúntes y anotar los de otros Pueblos de balde y gratuitamente para que los pobres, puedan trajinar sin desfalco alguno, con todo lo demás que diariamente ocurre en tan grave asunto; por tanto y teniendo en consideración, que los gastos continúan, y que dentro de un mes habrá que satisfacer las Cargas con que se hallan gravados, con el diecisiete por ciento, por lo que no hay de que poderlo hacer. 

Acordaron que para ocurrir a todo lo que sea posible sin perjuicio del Caudal de Propios, se proceda inmediatamente a la tasación y venta del cuarto y corral que tiene esta Villa, y con lo antiguo que era de las Casas Capitulares que se introdujeron en el Pósito, para que este residuo de nada sirve a ella, no produce cosa alguna a sus Propios y de día en día se va determinando, cuya venta ejecute a pública subasta, y sin perjuicio de activarlo en cuanto sea posible, se dé cuenta al Señor Interventor de esta Provincia, con testimonio de este acuerdo, para que obtenida su aprobación, pueda celebrase el remate y escritura, caso de haber comprador, lo que encarga al celo y cuidado del Señor Corregidor» 

    Del acta de 27 de febrero de 1804 extraemos:

«También acordó este Ayuntamiento, que la madera que se halla en el cerco, que se puso en la parte de levante y poniente de este Pueblo, para precaverse del contagio que ha padecido Málaga, se entregue a sus respectivos dueños que la prestaron, respecto a que mucha parte de ella, se halla caída con los temporales, y según se dice, la recogen y queman de noche los soldados catalanes, como lo han hecho con los palos que están en las orillas del mar, en tierra para varar los barcos, por cuyo efecto, se da Comisión al Síndico Señor Personero Don Juan Manrique. »

   En el acta capitular de 6 de agosto de 1804 se recoge:

«En este Ayuntamiento, donde se halla reunida la Junta de Sanidad, se trató por todos los Caballeros concurrentes que habiendo procurado indagar el origen de la voz que generalmente corre de haber renacido en Málaga la epidemia padecida en el año próximo anterior, nada con evidencia se había adelantado porque unos decían se adolecía de calenturas pútridas, otros que de tabardillos y otros de enfermedad estacionales, pero todos convenían en que morían bastante gente, y se expatriaban muchas más, de que resultaba la referida voz dimanada tal vez de la pusilanimidad y consternación en que puso los ánimos la epidemia próximamente padecida, deseando el Ayuntamiento y Junta el acierto en tan importante materia, ya para conservar su Pueblo, caso que sea verdadera epidemia, y ya no difamar a Málaga en el opuesto, acordaron de una conformidad pedir informe a la de Marbella y Coín, Pueblos confinantes y fronterizos con Málaga, y sin perjuicio de ello noticiarlo inmediatamente al Excelentísimo Señor Comandante General del Campo de Gibraltar, como conducto por donde se esperan ordenes en el particular.»

    Y de fecha 17 de septiembre de 1804 tenemos:

«Así mismo se hizo presente el Oficio del Ayudante Militar de Marina de esta Villa, de fecha primero del corriente, por el que resulta estar pronto a contribuir por su parte a la corta de madera necesaria para la cerca de este Pueblo, con motivo de la presente circunstancia de epidemia, con asistencia del Guarda de Monte Alonso Gil, para que no se permita que se corten más que los pinos carrascos que conceptuaba suficientes al intento, llevando cuenta y razón del número de estacas y vigas que se necesiten, para que concluidas las circunstancias del día, quede todo el número que resulte cortado a beneficio del fondo de Montes, por entrega que se haga en la Subdelegación de su cargo, de lo que enterado este Ayuntamiento, acordó que respecto a no haberse cortado ningunos árboles, porque las madera que se han traído son de pinos quemados y caídos, no había necesidad de entrar en contestación sobre la entrega de madera que solicita en su Oficio dicho Ayudante Militar de Marina, para ponerla en el Fondo de Montes, sin atender para ello, que estos son propios de la Villa, y que los costos de su labra y portes supercrecían excesivamente al corto valor que aquella pudiera haber tenido. 

Con este motivo, ocurrió al Ayuntamiento que los montes se estaban talando innecesariamente sin su noticia, ni haberse establecido el Fiscal y Arca, con las correspondientes llaves, donde se deposite el dinero perteneciente a dicho fondo, por lo que se acordó asimismo, se haga la instancia competente. »

    La epidemia fue una tragedia por las muertes que provocó y por las restricciones comerciales que se impusieron y que produjeron un desabastecimiento generalizado, especialmente de trigo. La miseria y el hambre afectó a una buena parte de la población y, en un país católico como el nuestro, la solución fue hacer unas rogativas a la Virgen, como se puede comprobar en el acta capitular de 23 de septiembre de 1804:

«En este Ayuntamiento, se ha visto la Real Orden de Su Majestad, comunicada por Don Bartolomé Muñoz, Secretario de Gobierno del Supremo Consejo de Castilla, su fecha en Madrid a once del corriente, para que se manda que para implorar de la Divina Misericordia y piedad el socorro en las actuales calamidades que afligen al Reino, se hagan rogativas públicas y devotas y fervorosas oraciones en todos los dominios, y que al mismo tiempo se practique visita de cárceles, en uno de los días de las mismas rogativas para alivio de los pobres presos, y mover por medio de esta obra de piedad, las misericordias del Altísimo sobre todo el Reino, y en su consecuencia, acordó este Magistrado, su puntual y debido cumplimiento, y que para que se verifique, cuanto por Su Majestad se ordena, se celebre solemne Función a Nuestra Señora de los Remedios, Patrona de esta Villa, el Domingo próximo treinta del corriente, con sermón y rogativa, y en su noche, se saque a dicha imagen en procesión de penitencia, convidándose a la Comunidad y Eclesiásticos particulares, Comandante de Armas y de Marina, y a la Hermandad para que concurran con Publicado sus estandartes y luces, y citados los vecinos en general por Edictos y Pregones, a fin de que se presenten a dicha procesión y reúnan sus votos y oraciones para implorar la Misericordia Divina, por medio de dicha Nuestra Patrona, en unas circunstancias, como las que nos rodean de epidemia y hambre, a cuyo efecto igualmente se conviden para ambos actos a los Vocales de Sanidad, y a fin de evitar etiquetas en el sitio y asiento que deben ocupar unos y otros, se forme y ponga todo el Ayuntamiento en vanda a la derecha, y dicha Junta a la izquierda, practicándose las visitas de cárcel, a la que están prontos a concurrir con el Señor Corregidor los Caballeros Regidores.» 

Salvo que se tenga Fe y se crea en los milagros, considero que las procesiones sirvieron de poco para la erradicación de la enfermedad. Hoy en día sabemos que esta enfermedad no tiene tratamiento específico y solo atiende a medidas preventivas, entre las cuales destaca la vacunación, la más eficiente. El resto de medidas gira en torno a evitar el contagio: higiene, buena alimentación, ropa adecuada para protegerse de los mosquitos y repelentes de insectos. 

Volviendo a las actuaciones del Ayuntamiento de Estepona frente a la epidemia de  fiebre amarilla de 1803-1804, por el acta de 12 de enero de 1805 sabemos que a principios de 1805 la epidemia había remitido :
«Mediante a la noticia que de Oficio, se ha comunicado, de haberse habilitado por el Excelentísimo Señor Don Tomás de Morla, a Virtud de Comisión de la Suprema Junta para el día quince del corriente los Pueblos que han padecido epidemia, se acordó se desbarate el cerco y se recojan los parefuelos y estacas y se custodien por si ocurriese igual necesidad en adelante, que Dios no lo permita, y que los espinos se vendan en una subasta que se celebre entre los alfareros , a que se cite para la presente noche, y así quedó resuelto, y que su producto se ponga en el Caudal de Propios».

 Y, por la de 28 de marzo, que, por orden de su majestad, debían «nombrarse sitios proporcionados para lasaretos de observación, curación y expurgo; y que en las inmediaciones de este Pueblo, no hay edificios que puedan servir para ello á corta ni larga distancia por ser pequeños todos en su construcción y no siendo pocible fabricarlos de nuevo por su mucho costo y ningún fondo y se acordó señalar como mas proporcionado, el Calvario, Viña del Blas Navarro, y la que fue de los Montollas; a cuyos edificios se andocen en caso necesario los demás que combengan, de choza; cuya construcción se suspenda por ahora, por la facilidad de poderse armar en cualquier momento sin que se necesiten, y con el justo fin de no imbertir innecesariamente cantidades de alguna consideración, y asi quedo determinado» .

Al hilo de la narración, hacemos un inciso. Desconocemos cuándo se construyó la ermita del Calvario y si el Lazareto que atendió a los enfermos de fiebre amarilla de la epidemia de 1803-1804 en Estepona estuvo ubicado en la zona del Calvario, pero lo que se deduce del acta anterior es que la propuesta del Ayuntamiento para levantar un Lazareto es la viña de Blas Navarro, en El Calvario, por lo que es de suponer que el origen de la ermita está en el Lazareto habilitado en dicho espacio.  

Sobre la atención a leprosos, en el acta de 12  de noviembre de 1809 encontramos lo siguiente:
«En este acto entró el Regidor Don Cristobal Navarro y Sindico Personero D. Josef Cañamero, quienes se conformaron con el anterior acuerdo, luego que se les instruyó y lo mismo el diputado Don Juan Martinez.
Asi mismo conducidos los Sres. Capitulares, Diputados y Sindicos de un espiritu de piedad y de respeto por la salud pública expuesta á gravisimo peligro de un contagio de lepra por hallarse en este Pueblo en grande numero de Lazarinos que por falta de precauciones, desde que le rechazaran y debolvieron del Hospital General de Granada, se han visto confundidos entre sus familias, cuyo daño se extiende notablemente con exigencia de su remedio, sobre lo que expuso el Doctor Don Juan Martinez, medico titular de esta Villa; ser una verdad demostrada y que de no tomarse providencia acarrearia las conseqüencias mas funestas, se acordó que sin embargo de no haber en este Pueblo fondos piadosos ni municipales para la ereccion de un recogimiento de esta clase de enfermos confirmados, donde se les dispense la hospitalidad y auxilio que la humanidad dicta, se forme expediente poniendose por cabeza testimonio de este Cavildo, y que en seguida se proceda áun formar reconocimiento de todos los enfermos de que hayan noticias, por el dicho Don Juan Martinez y el de igual clase Don Silvestre Zamora con los Cirujanos Don Felix Monfort y Don Salvador Herrera, declarando ácontinuacion del reconocimiento de cada enfermo leproso o con probabilidad á serlo, el estado en que se halle con la posible brevedad, autorizandose las diligencias por el presente Escelentisimo Cavildo y ebacuadas dandose cuenta de su resultado en este Ayuntamiento se determine lo demas que corresponda a tan recto fin, y asi quedo resuelto».

Y en el acta de 3 de febrero de 1814 se recoge: 

«A Si mismo se tubo presente por este Cuerpo que Antonio Calvente de esta vecindad, pobre mendigo que se havia acogido bajo unas higueras ¿trinar? en el Barrio del Palmar, sufriendo la intemperie del presente invierno, á causa de hallarse enteramente leproso o Lazarino, y que siendo indispensable asi por la humanidad como por el bien general de la salud pública, establecerle habitacion donde se recoja extramuros de este Pueblo; acordó este Ayuntamiento que inmediatamente se proceda a la formación de un Chozon a la salida de esta Villa por el Camino que va a la Ciudad de Marvella, con la distancia proporcionada de aquel donde se coloque al referido Calvente, y que respecto á declare hay otros de su clase en este dicho Pueblo se proceda por los Facultativos de el, ál oportuno reconocimiento y los que resulten estarlo se conduzcan al referido Chozon y en el caso de ser alguno del sexo femenino se haga separacion consignandose para que corra con dicha obra al sindico Provincial D. Cristobal Partal, satisfaciendose los cargos del caudal de Propios y asi quedo resuelto.»

De lo cual puede deducirse que en 1814 no existía Lazareto que pudiese alojar a los leprosos de Estepona y, por tanto, tampoco estaría levantada aún la capilla del Calvario. 

Volviendo a la fiebre amarilla, en 1810 se produce una nueva epidemia que afecta a Gibraltar y Cádiz. Por el acta capitular de 21 de septiembre de ese año, sabemos que el Comandante General del Campo de Gibraltar emitió una orden, el día anterior, por la que comunicaba que el barco El Corso, procedente de Cartagena, había salido de esa ciudad el día 17 por la noche, habiendo dejado en tierra, en el hospital, a algunos miembros de la tripulación que estaban enfermos y que fueron trasladados al Lazareto ante los síntomas evidentes de fiebre amarilla. En el Lazareto había treinta enfermos, de los cuales habían muerto cuatro. También el gobernador de Ceuta había avisado que había llegado a aquel puerto el Bergantín San Telmo, llevando a bordo 200 presidiarios procedentes de Cartagena. Habían salido el día siete con destino a Melilla y el diez se les murió un hombre y el día que fondeó en Ceuta otro. Se sabe que llegó a Orán el trece y que, al no haber obtenido la entrada en Ceuta, se dirigió a Algeciras, donde se hallaba a la vista y fondearía antes de ponerse el sol. En vista de ello, el Sr. Comandante solicitaba que sin pérdida de tiempo, el Ayuntamiento tomase las medidas de precaución convenientes para preservar la salud pública.

 El Ayuntamiento nombró a D. Alonso de Casas y a D. Juan Martínez, «sujetos del Pueblo, los más versados en asuntos de semejante naturaleza en calidad de Diputados de Sanidad, para que ocurran con la celeridad del caso a dar plática á los Buques que lleguen tanto naturales como forasteros, con la precisión de dar cuenta en el caso que adviertan alguna novedad (...) y que para precaber la mas leve inobservancia en quanto al abuso que se ha notado hasta de presente en los Patrones y tripulaciones de los Buques, sin la precision de ser admitidos á Sanidad, que desde luego se establezca un Cuerpo de Guardia de quatro soldados y un Cabo que se situe en la casilla que nombran de los guardas inmediata al baradero, la qual no permita sin expreso permiso del Presidente o Junta, baxar ningun buque de noche y desde Oraciones asta el amanecer y de dia hasta tanto que concurra uno de los diputados o algun otro dela Junta, ni que ningun individo de sus tripulaciones salte a tierra: Que por el Sr. Ayudante de Marina se haga entender a los Patrones de su matricula, para que procedan á su debido cumplimiento, y no aleguen ignorancia, fixandose para notoriedad de todos, en dicha Casilla, Edicto expresivo delo acordado, y asi quedó resuelto».

Las medidas debieron surtir efecto porque no hay noticias de que hubiese habido una epidemia de fiebre amarilla, en Estepona, ese año.

En 1813, las Cortes emiten un decreto para regular el funcionamiento de los Ayuntamientos y organismos provinciales y en él se  establece  que cada año se formará por el Ayuntamiento una Junta de Sanidad para cuidar la salud pública en los casos de epidemias. Dichas Juntas de Sanidad tendrán su protagonismo en posteriores epidemias.

Por el acta capitular de 24 de agosto de 1814, tenemos constancia de que también hubo una epidemia de fiebre amarilla en Gibraltar que determinó que existiese un cordón sanitario desde el río Guadiaro hasta el de Guadalmansa, a cargo de la Compañía de la Villa (Milicias Populares). El Comandante de las tropas solicitaba que se construyeran cinco barracas en los sitios de Arroyo Vaquero, Saladavieja, Padrón, Velerín y Guadalmansa para albergar a los milicianos y que se les socorriese con ocho onzas de menestra y dos de aceite por cada varón, dado el retraso que había en pagarles sus salarios. El Ayuntamiento les ofrece, como lugar de abrigo, las torres almenaras existentes en cada uno de esos lugares y la reparación de las escalas necesarias para el acceso; y les responde que no pueden asumir los suministros alimentarios que demandan por carecer el Ayuntamiento de fondos.

Como medida de prevención contra la fiebre amarilla detectada en Gibraltar, el Ayuntamiento acordó, el 27 de agosto de 1814, cercar el Pueblo como se había hecho en anteriores ocasiones, cerrando las calles por la parte de poniente y levante y «dejándose únicamente las puertas precisas para la entrada y salida de las personas que lo practiquen debidamente» y contribuir «a la construcción de los barracones y chozas necesarios con dicho objeto satisfaciendo sus costos de los fondos de Propios.»

Por las actas capitulares de 15 y 23 de septiembre de 1814, sabemos que se había acometido el cerramiento del Pueblo.

En las actas capitulares del Ayuntamiento de Estepona, no volvemos a tener noticias sobre epidemias de fiebre amarilla hasta el 12 de noviembre de 1820:

«Asimismo se leyó por el Sr. Presiente el acuerdo dela Junta de Sanidad de esta Villa se pasa, para que inmediatamente se reedifiquen las cercas, chozas y Cuerpos de Guardia de las cinco entradas, y estancias de los Diputados como que se provean de leña para la estacion tan fria que se esperimenta y la de Aseite para la luz que deben tener dichos Diputados para la lectura de los Pasaportes, y demas, y que careciendo dicha Junta de Sanidad de fondos por no tener ningunos ni advitrios y correr la noticia oficial de padecerse el contagio en las villas de Alcala delos Gazules, Fuentes de la Campana y Osuna, motibo por que debe doblarse vigilancia, instruido este Cuerpo Capitular de las verdades manifestadas en dicho oficio, como tambien que no existen fondos ningunos en el Área de Propios de est Villa, acordaron del de contribuciones con qualidad de reintegro luego que haya en los Propios se faciliten los que sean necesarios encargandose por comision desde luego los Sres. D. Antonio Chacón, Alcalde segundo y D. Antonio Escovar Sindico primero para que con la mayor celeridad se egecute este servicio tan interesante á la salud publica de esta Villa y todo el Reyno [...dose] al Cobrador nombrado por el Ayuntamiento que cesó Vicente Cano que bajo el recivo que le entregen los citados Sres. Comisionados franqué los intereses puramente necesarios para la reedificacion de dichas Cercas, Chozas y demas utiles necesarios».

Pasados cinco días de la resolución, encontramos que «son infinitas las reclamaciones y lamentos de los infelices jornaleros del campo, y artesanos de esta Villa acerca de no poder sufrir la carga tan pesada que sobre ellos gravitaba con las guardias de Sanidad en las Puertas y salidas de esta Villa estando escusados de esta pension los que componen la crecida matricula de ella como los terrestres que en los buques navegan y pescan, e igualmente los muchisimos Arrieros pues los primeros casi todos cargan bajo de quarentena y jamas estan en el Pueblo, los segundos en sus pesquerias y los terceros apenas llegan empiezan a proporcionar sus cargas, y que al paso que todos los referidos trabajaban en su lucro particular, pechaban los infelices dejando de ganar el sustento de sus familias en los dias que les tocaban la guardia, que en esta atencion y la mente de una Sabia Constitucion, es la de igualar en las cargas consegiles y demas.» El Ayuntamiento consideró que llevaban razón y que estaban más expuestos al contagio por lo que propusieron transmitir al Jefe Político (el equivalente al Gobernador Civil) que se repartiesen las guardias entre todos los vecinos y que aquellos que no pudiesen hacerla por estar fuera o embarcados, pagasen a los que les sustituía en hacer una guardia imprescindible para el control de la epidemia. 

Por el acta capitular de 28 de agosto de 1821 tenemos constancia de que la fiebre amarilla vuelve a aparecer en la Bahía de Málaga y «que havia sintomas mui sospechosas, y que se havia constituido  en el Lazareto a un criado del consul de Prusia y que aquellas Plazas havian tomado medidas de precaucion y havian impuesto [...] dias de quarentena a Malaga, Velez, Xerez de la Frontera y puerto de Santa Maria, y desde luego se dispusiera cercar el Pueblo, y poner las Guardias de Sanidad que se ha acostumbrado en otros tiempos.»

El Ayuntamiento de Estepona acordó que al día siguiente se citara a los cimbareros(1), madereros y calafates para comenzar a hacer las chozas y cercar el pueblo inmediatamente, encargando de su cumplimiento.a los regidores Blas Martínez, Juan Sánchez, Miguel Guerrero y Juan Navarro.  Seguidamente se trató de poner las Guardias en las puertas que se acostumbraban: una en la Cala, otra al lado de Monterroso, en la portada de D. Manuel García y en el Montecillo. Se nombraron después cuatro alcaldes de barrio para repartir las guardias, concretamente Vicente Cano, Juan Alcazar, Cristobal Partal y Bartolomé Llorentet y viendo que eran insuficientes, también se nombró a D. José Barela. Se hizo el reparto de las calles y circuito general de cada uno de ellos para que desde el día siguiente se hiciese una relación de los individuos del Pueblo a los cuales se debía nombrar diputados, que se encarguen de dichas Guardias y en quienes el Pueblo pudiese confiar de su celo y actividad y que no debían introducir ninguna persona sospechosa; y aunque se trató de buscar medios de los propios para estos gastos indispensables, no los había. Como se desconocían sus cuentas,  optaron por tomar fondos de la contribución, cuyo destino era el poder central.

El Ayuntamiento dio nota al Jefe Político de la provincia de las gestiones realizadas, que contó con su aprobación.

Por el acta de 4 de octubre de 1821, nos consta que la epidemia de fiebre amarilla apareció en más territorios, como Palma, Cataluña y Puerto de Santa María, por lo que las autoridades determinaron que debía procederse inmediatamente a poner los cordones sanitarios y a observar todas las precauciones prevenidas en el reglamento de sanidad de 16 de agosto de 1819. Aunque en Málaga parecía que la enfermedad había remitido,  por la Junta de Sanidad, el Capitán General de la zona dispuso que «se pongan inmediatamente las correspondientes guardias, se proceda a cercar el Pueblo a la mas posible brevedad, y que desde esta ora, ninguna procedencia de Malaga, ni Puerto de Santa María, sin que sufra quarentena rigurosa de observación en el Lazareto. Que se reduzcan las entradas para los forasteros y vecinos de esta villa a las mas precisas. Que las personas procedentes de Cadiz, Medina y Alcala y los de diez leguas en contorno no se les de entrada sin diez dias en quarentena; y los de Algeciras, los Barrios, Gibraltar, San Roque, Ximena y Tarifa se les ponga seis dias de observacion todo ello interin se establece los cordones militares: en cuyo acto tratado el asunto con reflesion, manifestaron los Síndicos qe se conteste a dicha Junta, que todas las medidas que espresa en su oficio se van a tomar inmediatamente sin perder de vista la responsabilidad que en ello tiene este cuerpo de cuya prevención podia tener escusada dicha Junta por estar este cuerpo suficientemente instruido en sus atribuciones pero que les parece ser una medida mui violenta la observacion de seis dias de quarentena que se impone alos que vengan de Algeciras, San Roque, Castellar, Gibraltar, Ximena y los Barrios, por estar estos Pueblos mui fuera delas diez leguas que deven demarcar el cordon que se establecia para los Puertos, y resultando perjuicios considerables que no deven ocultarsele a la Junta, a esta Poblacion y demas Pueblos comarcanos; y asi que se le prevengo a aquella que conciliando todos los extremos posibles trata de evitar tamaños males: que en quanto a laa incomunicacion con la Plaza de Malaga, nada adelantariamos sino se toman providencias respecto de sus inmediaciones, en atencion a que dicha ciudad subsiste de aquellos Pueblos y deveria en ese caso establecerse algunas medidas de observacion, lo que todo asi se le haga entender a dicha junta y que el Ayuntamiento espera reunido su contestacion para dar cuenta [...] inmediatamente a S. E. l Diputacion Provincial como exige un asunto tan arduo, y asi quedo resuelto».

Por el acta capitular de 5 de octubre de 1821, sabemos que la Junta de Sanidad admitió la propuesta de eliminar la cuarentena para las personas procedentes de Algeciras, San Roque, Castellar, Gibraltar, Ximena y los Barrios y que la Junta Superior de la provincia desaprobaba las medidas que algunas Juntas municipales habían tomado, cortando la comunicación con Málaga «por noticias de poco crédito y cartas de personas que no desean mas que el desorden, y que desde luego teniendo por cierto que dicha ciudad se halla enteramente sana, como acreditaba la junta celebrada en ella el 3 del actual, no se procediese de ninguna manera a bolver tomar semejantes medidas, por lo que disponia dicha junta se abriese inmediatamente la comunicacion con Malaga y subsistiesen las demas providencias sanitarias tomadas respecto del Puerto de Santa Maria y demas de la Provincia de Cadiz, mas esponiendose por algunos Regidores, que las medidas acordadas el dia de ayer de cercar el pueblo, como se havia hecho otras veces era mui costoso, y que no havia fondos de donde sacar estos costos, ni menos se sabia si los abonaria, quando el Sr. Gefe tenia prevenido en su oficio de 29 de agosto en contestación a igual ocurrencia de aquel tiempo, no se pudiese a hacer gasto alguno sin [...] una absoluta necesidad era mejor suspender dicha cerca, y que para guardar el Pueblo seria mui suficiente los vecinos que se nombrasen de guardia, la milicia nacional de infanteria que alternaren con estos, y la de Cavalleria para patrullarse por fuera del Pueblo para que no se introdugese persona alguna de aquellos que hay indicio de contagio, y los que estan dentro dela demarcacion del cordon y que se de cuenta de estas ocurrencias al Sr. Gefe Superior Politico de esta Provincia, y que en caso de verse el Pueblo en la necesidad de cercar, diga de donde podran salir esos gastos y aunque el regidor D. Jose Guerrero fue de contrario parecer en quanto a que manifestó ser más conveniente la cerca del pueblo no se asintio a ello y quedó asi resuelto».

En el acta de 10 de octubre vuelve a aparecer el tema. La Junta de Sanidad comunica al Ayuntamiento que había que cortar la comunicación con Málaga y que no se admitiese a persona alguna que no viniese con sus pasaportes refrendados por Marbella, Benahavis o Igualeja y que desde ese día, mientras se dispusiese la cerca del Pueblo, se doblasen las guardias que se pusiesen en las bocacalles de las salidas hacia Málaga y San Roque.

Y el acta de 12 de octubre solo recoge un oficio de la Junta de Sanidad en el que informa de que se estaba reafirmando que había epidemia en Málaga y que disponía por ello que se cortara la comunicación con dicha ciudad y pueblos que se hallan dentro del cordón exterior militar y que se estableciera «una diputación permanente de dicha Junta para las cosas que ocurran  y refrenda de pasaportes a cuyo efecto era necesario que el Ayuntamiento aumentara el numero de los vocales de dicha Junta segun sus atribuciones y desde luego se acordo que para admitirse qualquiera persona en esta villa, se observe por aora la circunstancia de que ha de venir refrendado su pasaporte de los Pueblos que circundan esta villa que lo son Marvella, Ojen, Benahavis, Ygualeja, Genaguacil, Gaucin, Casares, Manilba y San Roque, y que de no venir con dicha circunstancia se de cuenta a la sesion permanente de sanidad para que segun sea su procedencia, obre segun las noticias que tenga y que indica en su espresado oficio y se procedio a la eleccion de los seis vocales que solicitaba dicha Junta de Sanidad y salieron nombrados por unanimidad de votos D. Gonzalo Caravaca, D. Pedro Gonzales, D. Manuel Gonzales, D. Pedro Romero, D. Manuel Ahumada, D. Estevan Barriga, a quienes se previno  se les de aviso inmediatamente para que se reunan y concurran a la junta que parece va a celebrarse en este dia.»

En el acta de 19 de noviembre consta que, a requerimiento del nuevo Jefe Superior Político,  del Ayuntamiento comunicó que «esta Villa por aora goza completa salud, y se guarda de los Pueblos que padecen el contagio de la fiebre amarilla, y pueblos de su circunferencia incluso Málaga y sus inmediaciones.»

No obstante, las medidas de prevención se mantuvieron varios meses como se comprueba por el acta de 30 de agosto de 1822 en la que consta la infección de la fragata anglo-americana Ysis que partió de la Habana con 65 enfermos de fiebre amarilla, de los cuales habían fallecido 34, y que se había visto obligado a salir de puerto para el Lazareto de Mahón. Por ello, se insistía en el puntual cumplimiento de las reglas impuestas para evitar una epidemia en la provincia.

En la sesión de 29 de septiembre de 1822 se dio cuenta de una información de la Junta de Sanidad de Algeciras, en la que se afirmaba que habían habido nuevos contagios en el Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera y otros pueblos, por lo que el Ayuntamiento acordó poner una guardia de cuatro hombres y un diputado a la salida de San Roque y aumentar la Junta de Sanidad con dos vocales más. Para diputado se nombró al regidor D. Miguel Ramos y a D. Miguel Mosquera y D. Blas Martínez para vocales de la Junta.

De 1823, en las actas capitulares no hay noticias sobre la fiebre amarilla y sí de las actuaciones ante la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis que, a la orden del duque de Angulema, repusieron a Fernando VII y acabaron con el régimen constitucional que se impuso tras la Revolución de 1820.

Siguieron dándose epidemias en el sur de España. En 1890 se produjo la última que afectó a Málaga. Las medidas que se adoptaron fueron similares a las ya recogidas en episodios anteriores.

REFERENCIAS:

(1) Cimbarero: Persona experta en manejar la címbara (especie de guadaña tosca, corta, gruesa y ancha que, sujeta a un mango largo sirve para rozar árgoma, zarzas, etc.). RAE

AGRADECIMIENTO

D. Andrés Cintrano Fernández por haberme aportado la transcripción de las actas capitulares del Ayuntamiento de Estepona 1800 a 1804 y resuelto algunas dudas sobre actas de 1805. 

Fuentes consultadas:

Actas capitulares del Ayuntamiento de Estepona. Archivo Histórico Municipal de Estepona (AHME)

Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España. https://www.bne.es/es/catalogos/hemeroteca-digital 

Bibliografía:

De Aréjula, Juan Manuel. “Breve descripción de la fiebre amarilla”. Madrid Imprenta Real. 1806. Disponible en la web de la Biblioteca Nacional de España (BNE): https://datos.bne.es/edicion/bima0000119017.html 

Gutiérrez Aroca, Juan Bautista; Parera Fernández-Pacheco, Esperanza, Gutiérrez Parera, Javier.“La fiebre amarilla en Andalucía a comienzos del siglo XIX”. Disponible en la página web:

 http://www.artearqueohistoria.com/spip/IMG/pdf/16_LA_FIEBRE_AMARILLA_EN_ANDALUCIA_A_COMIENZOS_DEL_SIGLO_XIX.pdf

Olmedo Granados, Fernando y García León, Francisco Javier. "Andalucía y la cartografía histórica de las epidemias". Factoria de Ideas. Centro de Estudios Andaluces. Junta de Andalucía. 2021. Disponible en: https://www.centrodeestudiosandaluces.es/contenido/datos/publicaciones/documentos/IFO03_21.pdf 


NOTA MÉDICA: El aceite de oliva repelente de mosquitos


Curiosamente, a principios del XIX, se desconocía el mecanismo de contagio de la fiebre amarilla, pero habían comprobado empíricamente que las friegas con aceite de oliva servían para disminuir la incidencia de la enfermedad, como se puede comprobar en el artículo de "Mercurio de España" de 3 de agosto de 1804 obtenido de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España:https://www.bne.es/es/catalogos/hemeroteca-digital, que puede leerse a continuación. 














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