La fiebre amarilla, también llamada vómito negro, es una enfermedad vírica transmitida por mosquitos que, hasta el siglo XIX, produjo epidemias de una gran mortalidad.
En julio de 1800 es probable que llegara a Cádiz a bordo de barcos procedentes de África o del Caribe, propagándose a gran velocidad por la zona portuaria, la ciudad y los pueblos de la comarca. Prácticamente, el 85% de los habitantes de la capital se contagió y, de éstos, falleció el 12,5 %, siendo mayor el número de hombres que el de mujeres.
También Sevilla sufrió la enfermedad con una incidencia similar.
De Estepona sabemos, por el acta capitular de 5 de octubre de 1800 en el punto del orden del día en el que se trata el apremio por impago del canon correspondiente a un préstamo recibido por la Corona, algunas de las medidas preventivas que se tomaron para que no se propagase la epidemia de fiebre amarilla existente en Cádiz:
«[...] y por lo mismo no parece nada conforme a que se le aflija ahora con dicho apremio, mayormente en las actuales circunstancias en que se halla este Pueblo y su Ayuntamiento, abrumados, fatigados y entristecidos con un continuo desvelo y trabajos para precaverse de las enfermedad epidémicas o contagiosas que les amenazan, acreditadas en Cádiz y demás Pueblos de su Comarca, distante solo veinte leguas de esta Villa; siendo indispensable ocurrir por esta urgentísima e indispensable causa a los considerables gastos que en la actualidad se hacen, así en la construcción de barracones para las Guardias que se han establecido alrededor del pueblo para impedir la entrada de toda persona desconocida o sospechosa, como para los que se han formado y están formando para Lazaretos, estando ya puestos en ellos en cuarentena diferentes individuos procedentes de los Pueblos donde se experimentan las enfermedades epidémicas sin omitir los demás precisos gastos auxiliatorios de sus ten(...)ción, medicamentos y asistencia de aquellas personas que están en Lazareto y por su pobreza necesitan que la humanidad los provea de lo necesario para sostener la vida y acudir a su curativa; como también los considerables gastos que se han originado en el establecimiento de un bote de Sanidad con su respectiva tripulación; en cuyos objetos tan importantísimos y de la primera atención es forzoso invertir continuamente considerable suma, todo a fin de conservar la salud pública y evitar todo caso que pueda ser perjudicial y nocivo a ella».
En 1803 se registra un nuevo brote de fiebre amarilla en el puerto de Málaga, extendiéndose por la capital y localidades vecinas, y llegando a otras poblaciones del interior andaluz, Murcia, Cartagena y Alicante. El miedo al contagio provocó una salida masiva de vecinos. Las autoridades reaccionaron ordenando que se constituyera un cordón sanitario que impidiera la entrada o salida de enfermos; se restringió la circulación de personas y mercancías; y se habilitaron zonas para la atención de los contagiados. Cerca de un 15% de la población malacitana falleció.
Al respecto, es muy interesante y curioso el libro de D. Juan Manuel de Aréjula titulado "Breve Descripción de la Fiebre Amarilla en las Andalucías", publicado en Madrid, en la Imprenta Real, en 1806 y disponible en la Biblioteca Nacional de España. Además de cuestiones médicas diversas contiene un gran número de datos estadísticos.
De Estepona tenemos noticias por el acta capitular de 17 de octubre de 1803, en la que se recoge que el pago de salarios al médico y al maestro del pueblo no estaba autorizado por el Consejo de Castilla y el Ayuntamiento acuerda que:
«se conformaban con la suspensión de la dotación de cien ducados del Médico titular de esta Villa, hasta obtener la competente aprobación, pero que esto debe entenderse, luego que cese la epidemia que se padece en Málaga, pues no parece razón disgustarlo en la presente ocasión, en que tanto se le hace trabajar, visitando cuatro veces diarias los lazaretos extramuros del Pueblo, mayormente cuando la Villa lo trajo a él, sacándolo de la de Cortes, bajo la oferta de dicha dotación, con que le ha estado contribuyendo de muchos años a esta parte, y que aunque esto lo haya hecho por los medios que ha podido escogitar, sin transcendencia, ni aprobación de la Superioridad, al fin ha sido en beneficio del Común, a que están destinados los caudales públicos y así quedó resuelto.»
La actuación del Ayuntamiento de Estepona también se recoge en el acta capitular de 10 de noviembre de 1803:
«En este Cabildo, se ha tenido presente, que los graves costos que han ocurrido y ocurren con motivo de la epidemia, que se padece en Málaga, han consumido, en buena parte, las Rentas del Caudal de Propios, pues por proximidad a dicho Pueblo infestado, ha sido necesario cercar a esta Villa, traspasar del cordón allá los emigrados de Málaga, mantener en Lazareto algunos que se vinieron al principio y antes de formarse el referido cordón, y pagar al presente Escribano, doce reales diarios, que fueron los señalados a su antecesor, cuando la epidemia de Cádiz, por la obligación de ocurrir a las Fuerzas de Sanidad, extenderlas, formar para portes a todos los transeúntes y anotar los de otros Pueblos de balde y gratuitamente para que los pobres, puedan trajinar sin desfalco alguno, con todo lo demás que diariamente ocurre en tan grave asunto; por tanto y teniendo en consideración, que los gastos continúan, y que dentro de un mes habrá que satisfacer las Cargas con que se hallan gravados, con el diecisiete por ciento, por lo que no hay de que poderlo hacer.
Acordaron que para ocurrir a todo lo que sea posible sin perjuicio del Caudal de Propios, se proceda inmediatamente a la tasación y venta del cuarto y corral que tiene esta Villa, y con lo antiguo que era de las Casas Capitulares que se introdujeron en el Pósito, para que este residuo de nada sirve a ella, no produce cosa alguna a sus Propios y de día en día se va determinando, cuya venta ejecute a pública subasta, y sin perjuicio de activarlo en cuanto sea posible, se dé cuenta al Señor Interventor de esta Provincia, con testimonio de este acuerdo, para que obtenida su aprobación, pueda celebrase el remate y escritura, caso de haber comprador, lo que encarga al celo y cuidado del Señor Corregidor»
Del acta de 27 de febrero de 1804 extraemos:
«También acordó este Ayuntamiento, que la madera que se halla en el cerco, que se puso en la parte de levante y poniente de este Pueblo, para precaverse del contagio que ha padecido Málaga, se entregue a sus respectivos dueños que la prestaron, respecto a que mucha parte de ella, se halla caída con los temporales, y según se dice, la recogen y queman de noche los soldados catalanes, como lo han hecho con los palos que están en las orillas del mar, en tierra para varar los barcos, por cuyo efecto, se da Comisión al Síndico Señor Personero Don Juan Manrique. »
En el acta capitular de 6 de agosto de 1804 se recoge:
«En este Ayuntamiento, donde se halla reunida la Junta de Sanidad, se trató por todos los Caballeros concurrentes que habiendo procurado indagar el origen de la voz que generalmente corre de haber renacido en Málaga la epidemia padecida en el año próximo anterior, nada con evidencia se había adelantado porque unos decían se adolecía de calenturas pútridas, otros que de tabardillos y otros de enfermedad estacionales, pero todos convenían en que morían bastante gente, y se expatriaban muchas más, de que resultaba la referida voz dimanada tal vez de la pusilanimidad y consternación en que puso los ánimos la epidemia próximamente padecida, deseando el Ayuntamiento y Junta el acierto en tan importante materia, ya para conservar su Pueblo, caso que sea verdadera epidemia, y ya no difamar a Málaga en el opuesto, acordaron de una conformidad pedir informe a la de Marbella y Coín, Pueblos confinantes y fronterizos con Málaga, y sin perjuicio de ello noticiarlo inmediatamente al Excelentísimo Señor Comandante General del Campo de Gibraltar, como conducto por donde se esperan ordenes en el particular.»
Y de fecha 17 de septiembre de 1804 tenemos:
«Así mismo se hizo presente el Oficio del Ayudante Militar de Marina de esta Villa, de fecha primero del corriente, por el que resulta estar pronto a contribuir por su parte a la corta de madera necesaria para la cerca de este Pueblo, con motivo de la presente circunstancia de epidemia, con asistencia del Guarda de Monte Alonso Gil, para que no se permita que se corten más que los pinos carrascos que conceptuaba suficientes al intento, llevando cuenta y razón del número de estacas y vigas que se necesiten, para que concluidas las circunstancias del día, quede todo el número que resulte cortado a beneficio del fondo de Montes, por entrega que se haga en la Subdelegación de su cargo, de lo que enterado este Ayuntamiento, acordó que respecto a no haberse cortado ningunos árboles, porque las madera que se han traído son de pinos quemados y caídos, no había necesidad de entrar en contestación sobre la entrega de madera que solicita en su Oficio dicho Ayudante Militar de Marina, para ponerla en el Fondo de Montes, sin atender para ello, que estos son propios de la Villa, y que los costos de su labra y portes supercrecían excesivamente al corto valor que aquella pudiera haber tenido.
Con este motivo, ocurrió al Ayuntamiento que los montes se estaban talando innecesariamente sin su noticia, ni haberse establecido el Fiscal y Arca, con las correspondientes llaves, donde se deposite el dinero perteneciente a dicho fondo, por lo que se acordó asimismo, se haga la instancia competente. »
La epidemia fue una tragedia por las muertes que provocó y por las restricciones comerciales que se impusieron y que produjeron un desabastecimiento generalizado, especialmente de trigo. La miseria y el hambre afectó a una buena parte de la población y, en un país católico como el nuestro, la solución fue hacer unas rogativas a la Virgen, como se puede comprobar en el acta capitular de 23 de septiembre de 1804:
«En este Ayuntamiento, se ha visto la Real Orden de Su Majestad, comunicada por Don Bartolomé Muñoz, Secretario de Gobierno del Supremo Consejo de Castilla, su fecha en Madrid a once del corriente, para que se manda que para implorar de la Divina Misericordia y piedad el socorro en las actuales calamidades que afligen al Reino, se hagan rogativas públicas y devotas y fervorosas oraciones en todos los dominios, y que al mismo tiempo se practique visita de cárceles, en uno de los días de las mismas rogativas para alivio de los pobres presos, y mover por medio de esta obra de piedad, las misericordias del Altísimo sobre todo el Reino, y en su consecuencia, acordó este Magistrado, su puntual y debido cumplimiento, y que para que se verifique, cuanto por Su Majestad se ordena, se celebre solemne Función a Nuestra Señora de los Remedios, Patrona de esta Villa, el Domingo próximo treinta del corriente, con sermón y rogativa, y en su noche, se saque a dicha imagen en procesión de penitencia, convidándose a la Comunidad y Eclesiásticos particulares, Comandante de Armas y de Marina, y a la Hermandad para que concurran con Publicado sus estandartes y luces, y citados los vecinos en general por Edictos y Pregones, a fin de que se presenten a dicha procesión y reúnan sus votos y oraciones para implorar la Misericordia Divina, por medio de dicha Nuestra Patrona, en unas circunstancias, como las que nos rodean de epidemia y hambre, a cuyo efecto igualmente se conviden para ambos actos a los Vocales de Sanidad, y a fin de evitar etiquetas en el sitio y asiento que deben ocupar unos y otros, se forme y ponga todo el Ayuntamiento en vanda a la derecha, y dicha Junta a la izquierda, practicándose las visitas de cárcel, a la que están prontos a concurrir con el Señor Corregidor los Caballeros Regidores.»
Salvo que se tenga Fe y se crea en los milagros, considero que las procesiones sirvieron de poco para la erradicación de la enfermedad. Hoy en día sabemos que esta enfermedad no tiene tratamiento específico y solo atiende a medidas preventivas, entre las cuales destaca la vacunación, la más eficiente. El resto de medidas gira en torno a evitar el contagio: higiene, buena alimentación, ropa adecuada para protegerse de los mosquitos y repelentes de insectos.
Fuentes consultadas:
Actas capitulares del Ayuntamiento de Estepona. Archivo Histórico Municipal de Estepona (AHME)
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España. https://www.bne.es/es/catalogos/hemeroteca-digital
Bibliografía:
De Aréjula, Juan Manuel. “Breve descripción de la fiebre amarilla”. Madrid Imprenta Real. 1806. Disponible en la web de la Biblioteca Nacional de España (BNE): https://datos.bne.es/edicion/bima0000119017.html
Gutiérrez Aroca, Juan Bautista; Parera Fernández-Pacheco, Esperanza, Gutiérrez Parera, Javier.“La fiebre amarilla en Andalucía a comienzos del siglo XIX”. Disponible en la página web:
Olmedo Granados, Fernando y García León, Francisco Javier. "Andalucía y la cartografía histórica de las epidemias". Factoria de Ideas. Centro de Estudios Andaluces. Junta de Andalucía. 2021. Disponible en: https://www.centrodeestudiosandaluces.es/contenido/datos/publicaciones/documentos/IFO03_21.pdf
NOTA MÉDICA: El aceite de oliva repelente de mosquitos
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