23 enero 2022

Los orígenes de la Coral "Magnum Mysterium" de Estepona

En el verano de 1984, Antonio Salcedo Carretero andaba por Málaga visitando a su madre y a sus hermanos y se pasó por Estepona a saludarme. Nos habíamos conocido durante nuestra estancia en el Colegio Mayor San Bartolomé y Santiago de Granada y nuestra pertenencia al Orfeón Universitario Santafé-Santiago y habíamos forjado una gran amistad.

Él, Francisca Porras – la que era mi novia y  hoy es mi mujer – y yo, estuvimos comiendo en el restaurante del Club Náutico que regentaba el excelente chef Salas. A lo largo de una buena comida y una magnífica sobremesa con café, copa y puro (aún recuerdo los “Don Julian n.º 1” que nos ofreció Antonio), hablamos de lo divino y lo humano. Él nos contaba que estaba de profesor en Durango (Vizcaya) y que había formado allí un Coro de Cámara, de nombre Doinuzahar, de una gran calidad, que ganó algún que otro premio importante, a nivel nacional; pero que se estaba planteando regresar a Andalucía dadas las circunstancias socio-políticas en Euskadi.

Durante la tertulia se convenció de que era una buena idea pedir el traslado a Estepona y nos comprometimos a que, cuando se viniera, montaríamos una coral. 

Antonio tomó posesión de su plaza en el Instituto de Bachillerato Monterroso (que aún no se llamaba así) en el curso 85/86. Lo primero que hizo cuando se instaló en Estepona fue buscar un apartamento tranquilo. Encontró la horma de su zapato en Bahía Dorada. 

En esa fecha gobernaba en Estepona el PSOE. Hay que recordar que la primera corporación democrática tras la muerte de Franco, de 1979 a 1983, la presidió Antonio Murcia, candidato del PTE (Partido del Trabajo, de ideología comunista, maoísta), al obtener mayoría absoluta, y que en las siguientes elecciones (1983-1987), se presentó bajo el paraguas del PCE y fue el candidato más votado, pero gobernó una coalición del resto de partidos, nombrando alcalde al socialista Miguel Castro. Los concejales comunistas se encerraron en el Ayuntamiento, Murcia estuvo quince días en huelga de hambre y pretendió montar un ayuntamiento paralelo cuyo primer golpe fue elegir a una reina de las ferias y fiestas y Miguel Castro tuvo que ser escoltado en varias ocasiones por la policía.

Castro no finalizó mandato porque sufrió una moción de censura del Partido Comunista apoyada por el CDS (partido de Adolfo Suárez). En primavera de 1986 alcanzó la alcaldía Manuel Sánchez Bracho.

Cuando Salcedo estaba, más o menos, asentado en el pueblo, finales de 1985, nos dirigimos a la Casa de la Cultura y le expusimos a José Flores, que era su director y responsable, el proyecto de crear una Coral. No puso ningún problema, al contrario. Lo anunciaron y a esperar a ver si se acercaba gente suficiente para constituir un coro de cámara.

Mi esposa y yo también difundimos la convocatoria y cuando tuvimos componentes en las cuatro cuerdas empezamos los ensayos. Conocidos nuestros estaban: en las sopranos, Margaret y Mary, su hermana, que vivía en una casa en el campo, cerca de Casares; en las contraltos estaban Francisca y Estela; en los tenores Sergio y Rafael Bonemaison, enfermeros en el Centro de Salud; y en los bajos estaba yo.

Para ver si se animaba más gente a integrarse en la Coral, Antonio gestionó con la Delegación de Cultura de Estepona, aún en manos del PSOE, y con las de ayuntamientos vecinos, el que su coro de Durango hiciese una gira de conciertos por la zona en marzo de 1986. Nos dejaron maravillados. 

En ese primer intento de crear el coro de Estepona, comenzamos con obras sencillas y comprobamos que la mayoría del grupo no tenía conocimientos de música ni experiencia cantando música coral, sin contar con que alguno tenía un oído enfrente del otro. A Doinuzahar la veíamos muy lejos, imposible de alcanzar. Eso no nos preocupaba demasiado porque era cuestión de trabajar, de asistencia y puntualidad y de que no nos aburriéramos. Antonio, que es “un reloj suizo”, se desesperaba con la informalidad de la gente. Y lo que nos sacaba de quicio a todos era que no contábamos con un local de ensayo estable. Llegábamos a la Casa de la Cultura y preguntábamos qué sala estaba libre y todos los días teníamos que esperar a que finalizase otra actividad y desalojasen la habitación.  No progresábamos en esas circunstancias, Antonio se aburrió y abandonamos.

Para el curso siguiente, la Delegación de Cultura municipal, en manos de Antonio Murcia, hizo una nueva convocatoria a través de su sección musical. En aquellos tiempos había una Escuela de Música en la que enseñaban a tocar piano y otros instrumentos y presentaban alumnos a las pruebas de acceso al conservatorio. Tenía bastante éxito. Uno de sus profesores era D. Claudio Gómez, pianista, maestro y director del Colegio del Carmen durante algunos años y que se jubiló como profesor de música en el IES Monterroso. Cuando fuimos a apuntarnos al nuevo coro nos dijeron que él sería el director, sin embargo, cuando empezamos nos encontramos que quien se encargaba de la actividad era Aurelio Gurrea.

Estábamos, más o menos los mismos de antes, más Ezequiel;  Antonio Giralda; un señor jubilado que vivió en Ceuta; Juan Ramón Pérez Ramos; Isabel Romero que era profesora en la Escuela de Música; Ana Vico que era la médico de cabecera de mi mujer;  y algún otro que no recuerdo. Ese año, los ensayos fueron en los locales de la Escuela de Música que había frente a la Casa de la Cultura en la plaza de las Flores y no existía el problema de espacios que tuvimos antes. Sin embargo, la Coral no progresaba. Aurelio tenía toda la paciencia del mundo y ponía toda la carne en el asador, pero la música coral y la dirección de un grupo como el que se había constituido no eran lo suyo. Transcurrió el curso y no se llegó a nada.

Sobre junio de 1987, la Coral de La Línea dio un concierto, organizado por el Ayuntamiento, en la Iglesia de San José. Cuando finalizó, como suele ser habitual, les invitaron a cenar, justo al lado, en un bar frente a las oficinas de Unicaja. Vimos a José Flores y a Antonio Murcia, concejal de Cultura, y nos sugirieron que fuéramos con ellos. Estábamos Margaret, mi esposa y yo. El coro sentado en el salón, y nosotros en la barra charlando. Entonces, les planteé a los políticos que con Aurelio no teníamos futuro, aunque le pusiese mucho empeño y se dejase la piel en ello. Les insistí en que podíamos contar con un excelente director, mi amigo Antonio Salcedo, experto en música coral y de lo mejor que podrían encontrar. Convencimos a Antonio Murcia y éste le encargó a José que contactara con Salcedo. Empezaba el tercer y definitivo intento.

Comenzamos los ensayos en el mismo local de la Plaza de las Flores y algunos desertaron porque no estaban de acuerdo con la sustitución de Aurelio y no les gustaba la personalidad de Antonio. Nos quedamos sin cuerda de tenores. Solución mientras buscábamos gente que tuviese esa voz, “me salgo de los hombres”(1) y me paso a los tenores. Si había notas muy agudas cantaba en falsete. 

Con Antonio empezamos a celebrar la festividad de Santa Cecilia, los 22 de noviembre, que cerrábamos con una cena por todo lo alto. La lluvia, a veces copiosa, solía ser una invitada más en el festejo.

Se fue incorporando gente y, ese curso, llegamos a montar un repertorio de bastante nivel. Muchos coros hubiesen dado lo que fuese por dominar y cantar aquellas obras. La primera partitura seria fue “O magnum mysterium” de Tomás Luis de Victoria.

Finalizaba el curso y Antonio, siempre tan exigente, consideraba que no estábamos preparados para dar un concierto. Pero, por otro lado, el grupo sí quería mostrar, aunque fuese a la familia, lo que se había logrado con tanta dedicación y esfuerzo y también había que enseñarle al Ayuntamiento  y a la Delegación de Cultura, que regía el CDS tras las últimas elecciones, que la decisión que se tomó mereció la pena. Buscamos una solución intermedia. En vez de concierto le llamamos ensayo general y allí nos plantamos, en el mes de junio de 1988, en la Iglesia de San José, para mostrar nuestros gorgoritos. Más de uno de los presentes se sorprendió del nivel alcanzado. Otros se quejaban de que el repertorio era demasiado duro, demasiado clásico. No querían tanta música renacentista y buscaban más música popular. Pero eso era lo que había, lo que le gustaba a Antonio y con lo que más disfrutábamos algunos.

Continuamos ensayando, pero cambiamos de sede. En la coral se había integrado Antonio López y, como director, nos ofreció las instalaciones del Instituto. En la sala de profesores del centro estuvimos cantando unos pocos de años.

La Delegación de Cultura del Ayuntamiento, con Juani Ramón al frente, nos apoyó y nos subvencionó el uniforme. Los hombres, traje negro y pajarita en invierno y pantalón negro y una camisa gris, con cuello tipo Mao, para el verano. Las mujeres, falda negra, blusa cruda y chaleco. Se adquirieron en el Corte Inglés. Un grupo de componentes del coro se encargó de elegir las prendas.

Desde que la Coral, en el tercer intento, inició sus primeros pasos, allá por 1987, me tocó asumir la presidencia. Al principio, los gastos de funcionamiento corrieron a cargo del Ayuntamiento de Estepona sin ningún problema y sin condiciones. Nos subvencionó los uniformes, pagaba las gratificaciones que recibían los directores e incluso nos costeaba las cenas tras los conciertos que dábamos en el pueblo. Pero llegó un momento en el que había que regularizar los desembolsos que Cultura hacía con la Coral y, en cierta forma, ajustar las asignaciones económicas a los presupuestos municipales. La solución que se buscó fue que el Ayuntamiento estableciera, en sus presupuestos, una subvención a cambio de tres conciertos anuales (Navidad, Semana Santa y verano) y la participación en algún acto político, festivo o de representación municipal. Para ello, la Coral debía realizar los trámites administrativos oportunos para constituirse como Asociación Cultural, sin ánimo de lucro, y tener capacidad contractual y número de identificación fiscal.

Un grupo de miembros de la Coral hizo las gestiones para elaborar los estatutos y presentar la documentación en la autoridad gubernativa. Nuestra sorpresa fue que denegaron la inscripción porque la denominación no podía ser Coro de Cámara Villa de Estepona, porque sería una apropiación del nombre de la localidad. No obstante, la solicitud nos permitía ir sorteando la situación y continuar con el patrocinio municipal.

Entre lo que el Ayuntamiento nos aportaba y los ingresos que nosotros generábamos con nuestras cuotas mensuales y los emolumentos que obteníamos cantando "en la BBC"(2) fuimos sobreviviendo, aunque, a veces, fue harto complicado. Hubo épocas, como el periodo 91-95, en las que me daba vergüenza tener que pasar semana tras semana por la Casa de la Cultura pidiendo que liquidasen, aunque fuese una parte, la subvención asignada. Enfadándome no conseguía nada. Siempre era la misma historia. «Está la cosa muy mal en el Ayuntamiento. No hay dinero para nada. Pásate la semana próxima a ver si entra dinero en Cultura de las clase y talleres y te liquidamos algo de ahí»

El concierto de presentación oficial del Coro de Cámara “Villa de Estepona”, como se denominó en un principio, fue el 22 de diciembre de 1989 en la Iglesia de San José de Estepona, a las nueve de la noche. Previamente, el día 15, hicimos un ensayo general abierto al público en la Iglesia Parroquial de Manilva.

El programa impreso de nuestra puesta de largo fue el siguiente:



La dificultad técnica del programa, para un grupo de aficionados que empezaba en la música coral y que mayoritariamente no sabía nada de solfeo, es considerablemente alta. Obras a cuatro, cinco y ocho voces, de consagrados compositores como Palestrina, Tomás Luis de Victoria o Monteverdi, no estaban ni están al alcance de cualquier conjunto coral y Antonio lo consiguió con nosotros. Y lo disfrutamos. Creo que fue el mejor programa que he cantado nunca o, por lo menos, con el que más gocé.  Mi mujer es de la misma opinión y el resto de componentes que lo vivió, al menos, guardará muy buen recuerdo. Como ejemplo, un ensayo del "Ecco momorare l’onde" en el que Margarita Ureña se echó a llorar de emoción. El sentimiento era compartido. La belleza de la pieza y la interpretación de nuestro director eran fascinantes. Lo que aprendimos de él permaneció y mantuvo a la coral en un nivel de calidad alto durante muchos años. 

Antonio ponía el alma en los ensayos. Usaba su zueco como metrónomo. Para cantar polifonía renacentista es preciso dominar el ritmo. Con tantas entradas de las distintas cuerdas era imposible que el director las señalara. Cada uno debía tener memorizado las suyas y entrar a tiempo, con el ritmo adecuado. Cuando fallábamos, soltaba el alarido: “¡os he pillado con la braga a media pierna!; ¡si os perdéis nos vemos en el Manicomio!; ¡os voy a poner un piso en el paseo marítimo!; …”

Salcedo se fue a vivir a una casa que se había construido en terrenos colindantes con la carretera de Casares, en la parte alta de una parcela con una inclinación considerable y que, cuando se mudó a ella, no tenía suministro ni de agua ni de electricidad. A través de la comunidad de propietarios de la zona consiguió acceder al agua, pero estuvo bastante tiempo sin luz, usando linternas, lámparas Campingás y cocina y frigorífico de butano. El acceso desde la carretera hasta la casa era un camino de tierra que cuando llovía se embarraba y que el coche no podía sortear. Hay que imaginarse a Antonio, que no es muy alto, subiendo la cuesta de la casa con una bombona al hombro. 

En las condiciones que vivía, era un sacrificio enorme para él ir a los ensayos cuando llovía o la noche era desapacible. Pero él llegaba siempre puntual. Sin embargo, un buen número de coralistas no tenía esa formalidad. Faltaban a veces a los ensayos sin causa justificada o llegaban con retraso. También había miembros que preferían programas más banales, con otro tipo de música, y algunos que discrepaban y no querían cantar determinadas obras por considerarlas inmorales o impropias para una iglesia. También hubo algún personaje externo que era de esta opinión. En un concierto en Torremolinos, el cura de la iglesia no admitía que se cantase “Teresica hermana”, obra del Cancionero de Upsala (Venecia 1556) atribuida a Mateo Flecha, por considerarla inapropiada: «(…) Una noche sola yo bien dormiría mas tengo gran miedo que m’empreñaría, de la faririrá hermana Teresa. (…)».

Ante este cúmulo de circunstancias, Salcedo acabó aburriéndose y abandonó la dirección del coro a finales del 90. El repertorio se había ampliado con más obras renacentistas de Monteverdi, Mateo Flecha, Cancionero de Palacio, Victoria, Lasso, etc., y también con obras actuales, populares y espirituales negros. 

El coro se quedó huérfano y algunos de sus componentes más. Habíamos perdido un director de una calidad y sensibilidad difícil de superar.

El Ayuntamiento contrató como director del Coro a Daniel Zuker, pianista argentino que daba clase en el Colegio San José. Mientras Antonio tenía un amplio repertorio de música coral y un apabullante conocimiento y dominio de las obras que nos proponía, Daniel nos pedía a los miembros de la Coral que le suministrásemos o sugiriésemos partituras.

Daniel Zuker y Francisco Medina

Las tocaba al piano, cada cuerda aprendía su melodía y las cantábamos, pero no disfrutábamos, no interpretábamos como con Antonio. El repertorio apenas creció mientras estuvo Zuker.   

Fruto de conciertos anteriores individuales o colectivos, en mayo del 91, ya dirigidos por Daniel, participamos en el III Encuentro de Corales de Torremolinos junto al Orfeón Vicente Espinel de Ronda, la Coral Stella Maris de Torre del Mar, la Asociación Coral de Torremolinos y el Orfeón Universitario de Málaga que dirigía Luis Díez Huertas. La obra conjunta fue “Sine Musica” de Juan Alfonso García con letra de San Isidoro de Sevilla. Tras el concierto, hubo la tradicional cena de confraternidad, en la que, a los postres, todas las corales interpretábamos informalmente canciones de nuestro repertorio. Luis, al que yo conocía desde mi paso por Granada, se quedó sorprendido por la calidad del coro de Estepona y por cantar obras que él había armonizado. Fue el inicio de una fructífera relación de colaboración entre los dos grupos musicales y nuestra entrada en la Federación Malagueña de Corales, que Díez Huertas presidía.

Hablando con Luis sobre nuestro descontento con el nuevo director, nos comentó que en Marbella había una amiga suya, croata, Vesna Dosen, que era una magnífica soprano y había formado parte del coro de Emil Cossetto. Él creía que podía ser una buena directora para nuestro grupo. Hablamos con ella y con el ayuntamiento y tomó las riendas de la coral. Comenzó una nueva etapa, que ocupó los cursos 91/92 al 94/95, con un repertorio poco usual donde destacaba la música sefardita y la música de países del este.

Vesna se estrenó como directora cantando en la misa, en la iglesia de San José, el día de Santa Cecilia de 1991.  Asistió invitado Antonio Salcedo.

Los cuatro años que Vesna estuvo como directora fueron bastante fructíferos tanto en repertorio como en relaciones musicales y conciertos. 

En 1993 hicimos la primera salida al extranjero. Ezequiel Martín, componente de la Coral en la cuerda de bajos, y psicólogo y profesor del Colegio San José, conocía a Massimo Pennesi, italiano, profesor de violín en San Pedro. Su hermana Cinzia dirigía una Coral en Matélica, localidad de la provincia de Macerata, y nos propuso hacer un intercambio. Nosotros corríamos con los gastos de alojamiento y manutención de la coral, organizábamos conciertos por la zona y alguna excursión, y ellos se pagaban el viaje. Igual harían ellos cuando nosotros devolviésemos la visita a Italia. Aceptamos el acuerdo y organizamos la gira que la Coral “Armando Antonelli” realizó por la Costa del Sol en septiembre de 1992.

Dieron conciertos en Estepona, Marbella y Benalmádena. Se alojaron en unos apartamentos de un amigo de Ezequiel, que él gestionaba, y en pisos de miembros de la coral que estaban disponibles; comían en el restaurante de Babylon, que se convirtió en el cuartel general del coro; y se organizaron dos excursiones: a la Expo de Sevilla y a la Alhambra de Granada.

En Granada, Giovanna, Giuliana, Francisca, Ezequiel y Giancarlo Mori.

Una de las mayores dificultades que nos encontramos fue contratar autobuses y especialmente el de Granada. La Expo los tenía copados.

Una buena parte de los componentes de la coral de Estepona participó en la organización de la acogida, no todos. Ezequiel fue uno de los que más se implicó y hay que reconocerle su mérito. A mí como presidente no me quedaba más remedio, aunque lo hice con sumo gusto, y, salvo a la Expo que no pude ir por problemas laborales, estuve con ellos todo el tiempo. 

Como es habitual en la actividad coral, tras los conciertos había la cena de confraternización y después copa en algún sitio, discoteca, baile y fiesta. No descansaron ni una noche. Fue agotador. Doy fe de ello.

Para mí, la mejor noche fue la que organizamos al regreso de Granada, cansados tras el viaje y un día intenso de visita turística. Gema y Estela se encargaron de coordinarlo todo. Bajamos del autobús en Estepona en la bodega “Los Manueles”, cuyo propietario era el marido de Luisa Parra, soprano del coro.  Vino, embutidos, jamón, anchoas, mojama y productos varios para la cena. Pepe  Fernández, guitarrista flamenco, que era novio de Yolanda y hermano de Gema, componentes de la Coral, nos acompañó.




A las canciones polifónicas de las dos corales le siguieron las rumbas y las sevillanas. Algunas chicas italianas salieron vestidas con trajes de faralaes que algunas de nuestras mujeres se habían llevado. Y Claudio, el presidente de la coral italiana, bajó las escaleras vestido con un traje corto andaluz intentando bailar flamenco. Risas generalizadas... Fue una noche mágica.

Y efectivamente se vengaron cuando fuimos a Italia el año siguiente, Semana Santa de 1993. La acogida, la atención y la hospitalidad con que nos recibieron fue insuperable.

En la plaza del Ayuntamiento. Matélica (Macerata - Italia)


La Coral fue recibida en el Ayuntamiento por el alcalde de Matélica y tuvimos un intercambio de placas. Con nosotros venía Fausto Mena como representante de la Corporación de Estepona.

Fausto Mena entrega placa del Ayuntamiento de Estepona a Claudio Mercorelli, presidente de la Coral de Matélica

Las comidas en Matélica las hicimos en el restaurante Casa Bruno. Probamos toda clase de pasta a cuál más rica. Gastronomía y servicio inmejorables. 

Y entre las excursiones programadas: Asís, Siena, Florencia, Gubbio y las cuevas de Frasassi.  Al regreso de éstas, dimos un concierto informal en la parroquia de Don Alberto, un cura que nos acompañaba. 


Tras el concierto, los parroquianos improvisaron y nos trajeron platos de sus casas y nos agasajaron con un ágape. El vino estaba remontadillo pero agradecimos su hospitalidad.

En Asís visitamos su imponente Basílica de San Francisco e hicieron las gestiones para que cantásemos la misa de Jueves Santo que se celebraba en una de las capillas de la basílica inferior. El ambiente y la sonoridad hicieron que más de un coralista enmudeciera con la emoción.

El domingo 4 de abril dimos un concierto en la iglesia de San Francisco de Matélica, el miércoles 7 en el Tempio Spirito Santo de Tolentino, el pueblo de Cinzia, y el 9 de abril participamos en los oficios del Viernes Santo en Matélica.




Programas de los conciertos en Italia


Concierto en Tolentino



Concierto en los oficios del Viernes Santo en Matélica



Concierto conjunto en Matélica

En la cena de despedida, además de las canciones polifónicas de las dos corales, trajeron un grupo regional y el hijo de Giancarlo y Lisena hizo una exhibición de bailes de salón. Nosotros también aportamos nuestro granito en la danza: las sevillanas tradicionales.


Vesna Dosen y Cinzia Pennessi - Directoras



A partir de que Vesna tomase la dirección de la Coral, contar con el apoyo de Luis Díez supuso abrirnos la participación a grandes eventos de Málaga y Andalucía. Cada año actuábamos en la catedral y asistíamos a diversos ciclos y encuentros corales: 

    • Canciones para la Paz, a favor de las víctimas de la guerra de Croacia. Catedral de Málaga, febrero de 1992.

    • VI Ciclo de Polifonía Histórica Religiosa. Catedral de Málaga, marzo de 1993.

    • II Ciclo de Música Navideña “Pax Hominibus”. Catedral de Málaga, diciembre de 1993.

    • Sefarad (Música sefardita). Málaga y Estepona, junio de 1994. 

    • III Ciclo de Música Navideña “Pax Hominibus”. Catedral de Málaga, diciembre de 1994.

    •  Etc





Programas de algunos festivales y ciclos en los que participó la Coral (1991-1995)

Como era conocedor de las dificultades que suponía la relación entre la Coral y el Ayuntamiento, del que dependíamos para sufragar los gastos de la dirección, cuando me presenté en las elecciones municipales de 1995, decidí dejar la presidencia para evitar cualquier enfrentamiento con los nuevos gobernantes electos o las posibles represalias políticas contra la coral. Le cedí el testigo al vicepresidente, Carlos Martín Honorato.

En el trámite de cambio de presidencia, le comenté a Carlos que debíamos retomar la legalización de la Coral como asociación cultural, que aún estaba pendiente. Como el problema residía en la denominación, acordamos que nos llamásemos Coral “Magnum Mysterium” como guiño a la primera pieza importante que cantamos y porque éramos conscientes de que había sido un gran misterio sobrevivir a todos los avatares y llegar al nivel que habíamos alcanzado. También decidimos que el logotipo llevaría dos M con una forma similar a la de Sierra Bermeja, sobre un pentagrama con la clave de fa y las tres primeras notas de esa canción. El hijo de Carlos se encargó de diseñarlo.

Tras la llegada de GIL al poder municipal, en el curso 95/96, comienza una nueva etapa de la Coral bajo la dirección de Miguel Ángel Garrido Sánchez, que se mantiene hasta ahora. 

Dado que, a partir de ese momento y hasta que abandoné la Coral años más tarde, me convertí en un coralista de a pie, corresponde a otros continuar con la historia.


NOTAS:

(1) Broma habitual entre los coralistas masculinos.

(2) Abreviatura habitual para referirse a Bodas, Bautizos y Comuniones

4 comentarios:

  1. ¡Que gratos recuerdos!! Y que gran coro fuimos. Nuestro trabajo nos costaba y nos pusieron muchos pisos... pero al final lo sacábamos y hasta nosotros nos admirábamos al escucharnos. Me ha encantado leer nuestra historia y me siento muy orgullosa de haber pertenecido a la Coral es tan buenos tiempos. Hermosas y entrañables fotos y recuerdos. ¡Gracias Paco por tan buen resumen de esta maravillosa Coral Magnum Mysterium! Me ha encantado.

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    1. Yo mantengo la amistad con los miembros y familiares de la Coral y nos hemos visto repetidas veces cuando he ido por Italia. Siempre me han acogido con una hospitalidad superlativa.
      Con quien más relación mantengo es con Mario, quien al ver este artículo me ha mandado un par de fotos, que he añadido, con miembros de su coral vestidos a la andaluza.

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  2. Felicidades, Paco. Gracias a este gran trabajo tuyo, he vuelto a rememorar esa visita histórica a Matélica con la Coral y tantos amigos. Fue increible y me han venido muchos recuerdos y detalles del viaje. Gracias por aceptarme como uno más, y ayudarme a vivir una de las experiencias más bonitas que recuerdo. Por cierto, la foto donde salgo no la conocía, gracias por subirla.

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    1. Gracias Fausto. Todos los que participamos en el viaje a Matélica tenemos un recuerdo imborrable, al igual que nuestros amigos italianos de la Corale Polifonica "A. Antonelli" lo tienen de su visita a Estepona. Yo sigo manteniendo unas magníficas relaciones con ellos y nos hemos visto en Italia en varias ocasiones.
      Yo pensaba que tenías la foto. Nunca es tardes si la dicha es buena. Saludos

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