22 febrero 2023

Éxodo de esteponeros a Hawái (1911-1913)

RESUMEN

Tras una primera expedición migratoria española a Hawái, zarpando del puerto de Vigo en 1900 a bordo del vapor Victoria, es a partir de 1907 cuando se realizan varias campañas de reclutamiento de agricultores en España, sobre todo en Castilla, Extremadura y Andalucía (Málaga y Granada principalmente), y en Portugal, para trabajar la caña de azúcar en plantaciones hawaianas. 

Con la falsa promesa de una mejora sustancial de sus condiciones de vida, a esos llamamientos respondieron unos 8.000 compatriotas españoles. Parte del contingente estuvo integrado por familias y ciudadanos de Estepona que emigraron entre 1911 y 1913. Por los registros de que se dispone, se calcula que de esta villa partieron alrededor de 300 personas.

La dura realidad que encontraron en aquellas lejanas tierras les obligó, poco tiempo después, a emigrar a California.

Este artículo pretende ilustrar y poner en valor la dureza del éxodo, el sacrificio y el esfuerzo de estos esteponeros y de sus descendientes, muchos de los cuales se integraron en la sociedad norteamericana y son ahora ciudadanos de los Estados Unidos.

1. INTRODUCCIÓN

Una vez finalizadas las guerras napoleónicas, entre 1820 y 1930, cerca de 60 millones de europeos emigraron a otros países (Estados Unidos, Canadá, Argentina, Australia, Brasil, etc.) en los que había una oferta de tierra abundante  y no faltaba el trabajo para quienes tuviesen un oficio.

Prácticamente, todos los países europeos se vieron envueltos en el fenómeno de la emigración aunque en distintos momentos. A mediados del siglo XIX la mayor tasa de emigración se daba en Gran Bretaña, Irlanda, los estados alemanes y los países escandinavos; mientras que a partir de 1880 es la Europa Mediterránea y la del Este las que toman la delantera, destacando especialmente Italia. España puede considerarse un país de emigración tardía pues las cifras más altas se producen a comienzos del siglo XX. Además, los países de emigración temprana, los de mediados del XIX, se asentaron en los países de destino y sus tasas de retorno fueron relativamente bajas, al contrario de lo que ocurrió con los de emigración tardía.

El destino de los emigrantes fue diverso, salvo en el caso español que se concentró en los países sudamericanos. En el periodo entre 1815 y 1930, el país que se llevó la palma en la acogida de emigrantes fue Estados Unidos con más de 32 millones de europeos, Argentina recibió 6,5 millones, Canadá 5, Brasil 4 y Australia 3,5. 

El perfil del emigrante era: varón joven, de entre 15 y 40 años, que viaja solo y tiene una baja cualificación profesional pero gran adaptación a las ofertas del mercado de trabajo. Muchos consiguen integrarse en la nueva sociedad que les acoge, pero un gran número de ellos retorna a sus países a los 3 o 4 años, el tiempo necesario para ahorrar dinero y pagar el viaje de regreso a casa.

La causa principal de la emigración es, claramente, la situación económica de los países emisores, con rentas muy inferiores a las de los países receptores; luego está el efecto llamada de "familiares y amigos" y las circunstancias particulares de cada nación. 

En el caso de España, la emigración es más tardía porque las condiciones económicas de una gran parte de la población son muy inferiores a las de los países de nuestro entorno y, por tanto, las posibilidades de financiar un viaje transcontinental eran mínimas salvo que acudiesen a algunos de los reclutamientos que hacían los países del Tercer Mundo en desarrollo. 

Por otro lado, un factor que influyó en el aumento de la emigración de españoles en las primeras décadas del siglo XX fueron los conflictos militares que surgieron en la zona de influencia española en Marruecos. Muchos jóvenes, entre 18 y 21 años, huyeron para librarse de ir a la guerra.

Por el libro "La Emigración Española Transoceánica. 1911-1915" publicado por el Consejo Superior de Emigración (CSE) en 1916, sabemos que en el quinquenio de 1911 a 1915 abandonaron legalmente España con billete de tercera clase y destino a países de América, Asia y Oceanía 602.081 emigrantes, de los cuales casi el 70% se dirigió a Argentina y un 22,54% a Cuba. Teniendo en cuenta que la población española era de, aproximadamente, 20 millones, abandonó el país un 3% de la población, sin contar los que marcharon a Europa o África ni los que salieron a través de otros puertos como, por ejemplo, Gibraltar. 

Un caso de emigración no completamente contabilizada en las cifras del CSE, y que constituye el centro de este trabajo, es la que se produce en ese quinquenio a Hawái, partiendo del puerto de Málaga y de Gibraltar, y en la que participa un buen número de esteponeros y esteponeras. Este éxodo, como veremos, tiene unas características diferentes a las que hemos reflejado anteriormente pues está constituido mayoritariamente por familias y el transporte fue gratuito.

2.  ORÍGENES Y CAUSAS DEL ÉXODO ESTEPONERO A HAWÁI

2.1. Estepona, punto de partida

Estepona, vista desde el mar. Fuente: Legado de Juan Temboury. Biblioteca Virtual de Málaga

Estepona, a principios del siglo XX, se encontraba con una buena parte de su población en una situación económica precaria. En el sector agrario, había bastantes jornaleros y propietarios que tenían conocimientos sobre el cultivo de la caña de azúcar y que apenas podían sobrevivir.  Estas características, comunes en Andalucía y otras zonas de la península, fueron las que llevaron a los responsables de The Hawaii Board of Immigration (Junta de Emigración de Hawái) a considerar la provincia de Málaga, entre otras, como uno de los lugares idóneos para el reclutamiento y la subsiguiente contratación de inmigrantes para trabajar la caña de azúcar en Hawái. En la prensa local hawaiana de finales de 1906 y principios de 1907 podemos encontrar diversas noticias al respecto.

2.1.1. Estepona y su economía

A nivel histórico, dejando a un lado los precedentes fenicios, romanos y árabes y la creación de su núcleo urbano, entorno a 1502, Estepona se conforma como municipio en 1729, cuando Felipe V firma su Carta de Villazgo, en Sevilla, el día 21 de abril. Gracias a ello, se independiza de Marbella e inicia su pleno desarrollo económico y social basado en sus recursos naturales, el campo y el mar, llegando a convertirse en una de las localidades más populosas de la provincia.

Si queremos conocer cómo era el municipio a mediados del siglo XIX, en el “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar”, de Pascual Madoz, editado en Madrid en 1847, Tomo VII, encontramos datos muy pormenorizados sobre Estepona que nos permiten tener una idea clara sobre el pueblo, su municipio y su sociedad. Tras una completa descripción de la situación y la geografía del término municipal, escribe: «La mayor parte de los montes de que se ha hecho mérito, entre los que también debe contarse la cordillera denominada de Peñas Blancas, están poblados de frondosos viñedos y abundante arbolado de castaños, encinas, pinos y otros árboles silvestres, hallándose asimismo en los deliciosos y dilatados valles que aquellos forman, infinidad de huertas de riego, plantadas de exquisitas hortalizas, batatas, limones y naranjos».

«(…) corren igualmente por su término gran número de riachuelos y arroyos, cuyas cristalinas aguas fertilizan considerable porción de tierras de labor, haciéndolas por consiguiente bastante productivas. La mayor parte de unos y otros tienen su nacimiento en Sierra Bermeja, yendo a morir al mar después de dar impulso a muchos molinos harineros y diferentes fábricas de aguardiente. (…)».  

Y continúa informando sobre los caminos, los productos agrícolas, la ganadería, la caza, pesca, minería, fábricas, comercio, etc., y hasta una estadística criminal. Adjunta también una tabla con datos sobre la población del partido judicial en la que consta, entre otros, que Estepona tenía 2.058 vecinos con 8.088 “almas”.

Aparentemente, la imagen del municipio es la de ser un pueblo próspero, con un campo fértil y una flota pesquera y de transporte importante. Sin dejar de ser cierto, esta visión está algo alejada de la realidad, como demuestra la situación económica del Ayuntamiento, nada boyante, y el analfabetismo, la pobreza y la miseria de una parte de la población. 

Esa cruel realidad se comprueba en la siguiente acta capitular de 5 de abril de 1851, en la que, tratando el absentismo escolar en las escuelas públicas, se retrata la sociedad esteponera del momento: «[…] es más porque componiéndose esta Poblacion en su mayor número de marineros y gente de pesca y de hortelanos y gente de campo, es habitual en ellos dedicar sus hijos aun en la más tierna edad los primeros á la venta del pescado en ambulancias, y á la busca de estiércoles y otras semejantes faenas los segundos, por maneras que todos los esfuerzos reunidos de esta Municipalidad y Comision Local vienen á estrellarse y fracasar en tales habitudes, consiguiéndose tan solo de algunos padres la concurrencia de sus hijos por muy pocos días abandonándose despues á sus antiguas prácticas hasta el extremo de mirar como contrarios á sus intereses cuantas reflexiones se les hacen, siendo impracticable por estas mismas habitudes hacerles venir de noche; así que la concurrencia de los niños gratuitos es tan escasa como insignificante, sucediendo lo propio respecto de las niñas, aunque por distintas razones, tales como la miseria, desnudez y otras de igual naturaleza; […]»

Y la situación no mejoró con el paso del tiempo. En prácticamente todo el Estado español, en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, se vivió una grave crisis económica. Tras la epidemia de cólera de 1885, que se cebó en los hacinados barrios obreros de las ciudades, hubo una profunda crisis agrícola y pesquera que afectó gravemente a Estepona, y que así se describe en el acta plenaria del 27 de marzo de 1894: «[…] habiendo consistido la riqueza de esta población en sus viñedos, la pesca y el comercio de cabotaje, y estando en la actualidad arrasados los primeros por la epidemia filoxérica, la segunda agotada por la facultad concedida a los parejos (…) para la pesca con artes que exterminaron los criaderos, y el tercero paralizado por la  competencia (ventajosísima) que le hacen los vapores y ferrocarriles, se encuentran los numerosos obreros que constituyen la mayor parte de la población paralizados sin trabajo, y aunque por ello han emigrado gran parte, calculase como término medio la existencia de unos mil hombres desocupados […].

Que el estado precario por que atraviesa esta comarca con las causas aducidas […] se refleja por modo tal en los propietarios, agobiados además con tanto impuesto, que, no sólo le imposibilitan ya para emprender otros nuevos, si que también le impiden el cultivo de sus fincas rústicas y reparar las urbanas».

Y en el acta del Consistorio de 1 de abril de 1894 se reafirma:

«[…]La plaga filoxerica que invadió este término municipal ha desbastado todo su viñedo con perdida completa de sus productos naturales hasta el estremo de hallarse abandonada por sus dueños; descartada la poblacion de este gran elemento de su riqueza y aumentados los gastos del Estado, es causa mas que suficiente para que de dia en dia sea mas aflictiva la administracion municipal, sea imposible la recaudacion de sus ingresos, […]

La paralizacion del movimiento comercial y de la industria, las malas cosechas, la plaga filoxerica de referencia, y la gran crisis que aflige á la clase jornalera han sido causas determinantes para la emigracion de mas de 2.000 habitantes, lo cual toma propórciones alarmantes, habiendo quedado el censo de población á 7.556 habitantes que es la cifra que hoy arroja el Padron de estos vecinos, y estos en una gran parte están diseminados en el territorio que comprende la Colonia Agricola de San Pedro Alcántara (1), en la parte que corresponde á este termino municipal, distante del casco dela población unos 18 kilómetros,[…]»

Como hemos podido comprobar, la situación económica en Estepona, a finales del siglo XIX, era crítica, y no mejoró en la primera década del siglo XX, en la que el crecimiento global de la economía española fue raquítico y el campo andaluz sufrió una pertinaz sequía. Esta es la razón fundamental de que hubiese una buena parte de la población esteponera dispuesta a emigrar, como se recoge en el acta del Ayuntamiento de Estepona  de 24 de febrero de 1911 en la que se trata la próxima visita a la localidad del Excmo. Sr. Director de Obras Públicas y la intención de la Corporación de «ejercitar otros deberes en beneficio del vecindario, para que, mejorando su estado precario, reste á la emigración tan importante elemento de vida; (…)» y se confirma en la de 25 de marzo de 1911 cuando se trata el recién terminado Padrón de Cédulas Personales: «(…) Que la diferencia que se observa en este Padrón con relación al del año anterior tiene por causa la menor densidad de población con la emigración constante del vecindario a las Repúblicas Americanas. (…)».

2.1.2. El cultivo de la caña de azúcar en Estepona y su comarca

La caña de azúcar se ha cultivado a lo largo de toda la costa de Málaga y Granada, desde tiempo de los árabes, gracias a su climatología subtropical, levantándose ingenios y trapiches en muchos de sus pueblos.

En la zona de poniente de Málaga consta que los cristianos continuaron con su recolección en Manilva y Casares en el siglo XVI. En el Archivo de la Nobleza podemos encontrar el documento “Agregación al mayorazgo de la casa de Arcos, de unas alcabalas y unas tierras anejas al palacio en Marchena (Sevilla), unas tierras de caña dulce en Casares (Málaga), las vegas de Manilva (Málaga) y el ingenio de azúcar, junto a otros bienes, por parte de Rodrigo Ponce de León, [IV] duque de Arcos”.

El ingenio del duque de Arcos fue el primero de los que existen noticias y, según algunos historiadores, se levantó en las cercanías del castillo de la Duquesa hacia 1530. Sin embargo, D. Marcos Vázquez Candiles, cronista oficial de la villa de Manilva, considera que dicho ingenio estaba situado en el mismo lugar en que se ubica el Ingenio Chico o Ingenio de San Luis, en las proximidades del río Manilva, del que hay referencias en los siglos XVII y XVIII.

Fuente: Archivo Histórico General Militar de Madrid

En la segunda mitad del siglo XIX se puso en marcha la Colonia Agrícola de San Pedro Alcántara y la de San Luis de Sabinillas, que contaba con su ingenio (1870), y que fue adquirida por los Larios en 1878. Estos compraron las mejores tierras del condado de Casares en 1887 e hicieron obras para la mejora de la producción agraria: Norias Alta y Baja y pantano de Alcorrín.

Pero no solo en Manilva y Casares se faenaba la caña de azúcar, también había trabajadores en Estepona que se dedicaban a esa labor, como puede comprobarse en los Anuarios de Bailly-Bailliere, de 1886 a 1911, en los que se recoge la caña de azúcar entre las producciones de la localidad; y en los de 1904 a 1911 donde los nombres de los cosecheros que se citan son: Alonso Díaz Guerrero (Herederos) y Rafael Montes Infante.

En Estepona y su comarca (partido judicial) había, por tanto, un importante número de jornaleros y gente de campo que sabían trabajar la caña de azúcar y que estaban en situación de extrema necesidad, lo cual propició que más de uno de ellos emigrara o se planteara la posibilidad de ello.

2.2. Hawái. Punto de destino

Hawái (en inglés, Hawaii; y en hawaiano, Hawai’i) es, en la actualidad, un estado de EE.UU. situado en un archipiélago volcánico del Pacífico central formado por diecinueve islas y cuya capital es Honololú, ciudad de la isla de Oahu. Además de ésta, las islas más importantes son Kauai, Molakai, Lanai, Mauti y Hawaii, que es la más extensa (“The Big Island”) y da nombre al conjunto. Distante 2.400 millas (3.800 km) de la costa de California, ha sido, y es, una escala habitual en la ruta entre América y Asia.

Islas Hawái. Fuente: Biblioteca del Congreso de los EE.UU.

Las islas hawaianas, antes denominadas Islas Sandwich, cuentan con una superficie total de 28.311 kilómetros cuadrados (The Big Island es del tamaño de Navarra aproximadamente), están ubicadas sobre el Trópico de Cáncer y cerca de la línea internacional del cambio de fecha, y son conocidas por la bondad de su clima, similar al de las Islas Canarias, y por sus paisajes escarpados con acantilados, arrecifes, atolones, cascadas, selvas tropicales y hermosas playas, entre las cuales destaca Waikiki.

Cerca de la capital está la base naval de Pearl Harbor, que fue atacada por la Armada imperial japonesa el 7 de diciembre de 1941 y originó la participación de los EE.UU. en la II Guerra Mundial.

Parece ser que los primeros habitantes de Hawái procedían de las Islas Marquesas, el mayor archipiélago de la Polinesia Francesa, y que fueron los españoles los primeros europeos en pisar suelo hawaiano. Aunque en muchos textos se atribuye el “descubrimiento” de Hawái a James Cook, en 1778, existe bastante documentación (2) que indica que fueron los españoles los que realizaron dicha hazaña. El gobierno de España ordenó en 1864 una búsqueda exhaustiva en el Archivo de la Marina que determinó que el descubridor de las islas de Hawái fue Juan Gaetano o Gaytan, en 1555, y que los nombres que recibieron fueron "La Mesa" en el caso de Hawái, "La Desgraciada" para referirse a Maui, "Ulloa" a Kahoolawe y "Los Monges" a Lanai y Molokai.

Tras "el descubrimiento" británico de Cook, los europeos empiezan a llegar a Hawái. Uno de los personajes más destacados de esa época fue Francisco de Paula Marín y Grassi (Jerez de la Frontera, 28/11/1774 – Honolulú, 30/10/1837). Marín mantuvo buenas relaciones con los españoles de la Alta y Baja California, a los que encargaba plantas y animales con los que experimentaba su aclimatación a las islas. Introdujo el primer viñedo (1815) del que extrajo los primeros vinos así como brandy. Destiló caña de azúcar para obtener ron y experimentó con la cerveza. En 1813, obtuvo la primera cosecha de piña. Se le atribuye también la introducción de los cultivos de algodón, mango, limón y naranja, fracasando con el café. Comerció con diversos productos, construyó un molino de azúcar y crió los primeros rebaños de ganado para suministrar carne, leche, quesos y mantequilla a los barcos que atracaban en las islas. Amasó una gran fortuna y tiene una calle dedicada en Honolulú: la Marin Street.

Hasta la llegada de los británicos, el archipiélago había permanecido dividido entre distintos clanes. Fue el guerrero Kamehameha quien unificó todo el territorio convirtiéndose en rey en 1810. En un principio, tanto él como sus sucesores intentaron defenderse de los colonizadores europeos y americanos por hacerse con el control del reino, pero no lo consiguieron. 

En 1848, europeos y estadounidenses consiguieron poder ser propietarios de tierras. Arrebataron las tierras a los nativos hawaianos y se estableció una oligarquía que condujo los asuntos públicos para su exclusivo beneficio y sin considerar el bien de la comunidad en su conjunto. 

En 1874 los empresarios norteamericanos habían logrado el control de la economía y estaban dispuestos a hacer lo mismo con la política, cosa que consiguieron en 1893 al derrocar a la monarquía. En 1898, EE.UU. aprobó la anexión de Hawái, integrándose como estado en 1959. 

La llegada de europeos provocó que la población autóctona descendiera vertiginosamente en número, como consecuencia de las nuevas enfermedades transmitidas por los forasteros (sarampión, viruela, cólera, etc):

Año 1823 1850

1860

1866 1878 1884
Nº de habitantes 142.000 84.000 70.000 63.000 44.088 40.014

Sin embargo, las plantaciones agrícolas aumentaron considerablemente de tamaño, adquiriendo gran auge gracias a su producción y mecanización, lo que obligó a la búsqueda de trabajadores foráneos. 

El cultivo del azúcar, cuyos empresarios constituían uno de los grandes poderes del archipiélago, estuvo ligado siempre a malas prácticas: traición, fraude, coerción e intimidación. Los contratos con los trabajadores siempre adolecieron de muchas horas de trabajo y escaso salario. Cuando los nativos no los aceptaron, se recurrió a la inmigración. Al principio, el mayor número de inmigrantes procedió de China y Japón, por su cercanía, pero, al vincularse Hawái a U.S.A., se favoreció la entrada de europeos para contrarrestar la preponderancia oriental. El gobierno suprimió la inmigración de chinos y controló la de japoneses y los plantadores de caña y las autoridades lanzaron campañas para atraer mano de obra europea y americanizar, occidentalizar, Hawái, mediante una “emigración blanca” que limitase el “peligro amarillo”. Norteamérica ya desconfiaba de Japón y de sus ansias coloniales. 

2.3.  Campañas de captación de trabajadores inmigrantes

El Gobierno estadounidense, en 1906, nombró a Edward R. Stackable agente especial de The Hawaii Board of Immigration y responsable del reclutamiento de emigrantes y de su transporte a las Islas, contando, como ayudante, con E. A. Fraser.

Edward R. Stakable. Fuente: The Pacific Commercial Advertiser. 01/01/1902

Antes de partir desde Boston a las Azores, el 30 de junio de 1906, conferenció con Frank P. Sargent, Commissioner General of Immigration, y recibió instrucciones del presidente Roosevelt, quien recomendaba la captación de italianos.

En principio, sus órdenes fueron obtener trabajadores del norte de Italia y portugueses, puesto que desde 1878 habían llegado a Hawái un buen número de colonos lusitanos. A pesar de que en 1900 un grupo de 300 españoles, a bordo del vapor Victoria, llegó a las plantaciones de caña de azúcar de Hawái, y demostraron ser buenos trabajadores en los cultivos azucareros y en la construcción de carreteras, no tenían previsto contratar españoles dado que, tras la guerra de Cuba, las relaciones con los norteamericanos no eran muy amistosas. Solo se tuvo en cuenta a España cuando fracasaron las conversaciones con el gobierno de Italia, que no se mostró interesado en esta emigración. (3)

Ese mismo año, el 11 de octubre de 1906, cerca de 300 familias portuguesas, que totalizaban 1.325 personas, embarcaron en el buque de vapor británico Suveric, y partieron de Madeira, haciendo escala en Montevideo. Llegaron a Hawái el 1 de diciembre de 1906. (4)  La salida desde Funchal dio lugar a altercados, por parte de los emigrantes, por no haber comido desde el día anterior y por el trato dado por el capitán, cuya conducta fue posteriormente objeto de investigación en Honolulú. Hubo casos de sarampión y variados incidentes.(5)

La emigración portuguesa continuó y el 27 de junio de 1907 llegó a Hawái el buque de vapor británico Kumeric con 1.114 pasajeros lusos y, el 14 de diciembre de 1909, el Swanley con 868.

Stackable, una vez conseguida la autorización del gobierno español, y con la aprobación de las autoridades estadounidenses y la colaboración de la Asociación de Plantadores de Azúcar de Hawái (HSPA), comienza a finales de 1906 la campaña para atraer a la emigración española a las Islas Hawái. Agentes del "Board" (españoles todos ellos) difundieron por pueblos y aldeas folletos e impresos anunciadores de las condiciones de trabajo en Hawái y del venturoso porvenir que ofrecía a labradores y jornaleros. Esa publicidad, complementada con la locuacidad de los "ganchos", convenció a miles de españoles para trasladarse a aquellas alejadas y desconocidas islas.

Fragmento del Cartel publicitario para el reclutamiento de emigrantes a Hawái. 
Fuente: Ministerio de Igualdad, Seguridad Social e Inmigración. Gobierno de España

A los emigrantes se les ofrecía:

  • Viaje gratuito.
  • Remuneración en duros de oro (dólares): 20, 21 y 22, mensuales, los primeros tres años, para adultos, cabezas de familia, varones; 12 para las esposas; 15 para hijos mayores de 15 años y 10 para las hijas con la misma condición de edad.
  • Préstamo de una casa-vivienda, valorada en 300 duros de oro (dólares). 
  • Educación obligatoria y gratuita para los menores. 
  • Cesión de la casa, que pasa a ser de su propiedad, junto a una fanega de tierra, tras 3 años, cumpliendo una serie de condiciones: buena conducta y que hayan demostrado ser buenos trabajadores, sobre todo en la caña de azúcar.

Las condiciones que debían reunir los emigrantes eran, además de ser agricultores, gozar de buena salud, no padecer de la vista y no tener defectos físicos, y que constituyeran una familia bajo alguna de las siguientes condiciones:

  • Marido y mujer sin hijos, no teniendo el marido más de 45 años ni la mujer más de 40.
  • Marido y mujer con hijos, no pudiendo los jefes tener más de 45 años, con tal que haya en la familia un hombre útil de 17 a 45 años.
  • Viudo o viuda con hijos, teniendo siempre un hombre útil mayor de 17 años y menor de 45 años.
  • Hombre casado no llevando a la mujer, pero sí llevando a hijos con tal que haya siempre un hombre útil de 17 a 45 años.
  • Mujer casada no llevando su marido, pero sí llevando hijos con tal de que haya uno útil de 17 a 45 años

Las personas solteras, y las viudas solas, no podían acceder, aunque podían ir, como agregados a las familias, todos los parientes, carnales y políticos, menores de 40 años.

Las personas mayores de 45 años no gozaban de pasaje gratuito, teniendo que pagar 400 pesetas.

La documentación que se les exigía era:

  • Cédula personal para todos los mayores de 14 años.
  • Autorización de los padres o tutores, otorgada ante Notario o el Alcalde del pueblo, para los varones y mujeres solteras, hasta la edad de 23 años, si no viajaban en compañía de ellos.
  • Partida de bautismo para todos los varones y mujeres solteros.
  • Certificado de haber consignado 1.500 pesetas en la Caja de Depósitos, a resultas de la quinta, para los varones de 15 a 20 años. 
  • Licencia absoluta, los varones de 20 a 40 años, si son licenciados definitivos. Los que perteneciesen a la reserva, o a la clase de reclutas disponibles, permiso del Capitán General del distrito respectivo, autorizándoles para efectuar su embarque o ausentarse de la Península. La documentación no podía tener más de 4 meses desde su expedición.
  • Las mujeres casadas que no iban con su marido debían aportar una autorización de éste, visado por la Alcaldía del pueblo de vecindad o por Notario, siendo en la Capital.
  • Partida de casamiento para los matrimonios.
  • Partida de viudedad para los viudos.
  • Certificado de buena conducta expedido por la Alcaldía de su residencia con las señas personales, para todos los individuos mayores de 14 años.
  • Certificado de no estar procesado, expedido por el Juzgado del pueblo donde residiesen, para todos los mayores de 14 años, o de la Audiencia siendo en la Capital.

Las campañas de captación, y su propaganda, tuvieron sus detractores en la prensa de la época. Lo podemos comprobar en El Heraldo de Madrid de 8/03/1907, en el que se recoge la siguiente noticia relacionada con el ministro De la Cierva: «En este punto le interrumpieron varios periodistas malagueños para hacerle notar la diferencia que media entre tolerar la emigración a las repúblicas americanas y consentir la propaganda que se hace hoy para encauzar emigración a un país tan lejano como las islas Hawaii, donde la comunicación con España apenas si existe ni ha existido nunca».

También el diario La Época, de 9/03/1907, acertadamente, dice lo siguiente sobre la propaganda de los agentes reclutadores de emigración:

«Con la expedición de emigrantes a las islas Hawaii ha ocurrido, según los telegramas de Málaga, una cosa que es muy frecuente en estos casos. Al principio todo se pinta de color de rosa: los agentes de emigración ponderan la feracidad y el grato clima de la comarca a que han de dirigirse los expedicionarios, las grandes ganancias que allí les aguarda, la suavidad de las costumbres y la posibilidad de hacer fortuna. Y apenas empieza la navegación, o antes, todo cambia: el trato a bordo es casi de negrero, la alimentación mala y escasa, los trabajos e incomodidades muchos. Y el infeliz emigrante, que salió de su tierra por hambre o ilusionado por la perspectiva de hacer fortuna, empieza a comprender que todavía puede irle peor, y se arrepiente de haber emigrado.»

Además, como denunciaba el diario El Popular de 10 de marzo de 1907, aquellos emigrantes que no hubiesen podido completar la documentación, caso de la licencia militar o el certificado de no estar procesada la esposa, se podía subsanar previo pago de 50 pesetas del primero y cuatro pesetas el segundo. Era una cantidad enorme para unos inmigrantes (para hacer un cálculo comparativo de su coste, en aquella época, ha de tenerse en cuenta que el ejemplar de un diario valía 5 céntimos de peseta). Esto lo proporcionaba el propio consignatario y director de esta emigración, Carlos Crovetto, cuyo nombre aparece en el pie de los folletos propagandísticos para embarcar a las islas Hawaii. La falta de escrúpulos estuvo muy presente. Había que exprimir a los pobres emigrantes el escaso jugo de que disponían, y «la prensa local malagueña daba la voz de alerta a los emigrantes para que no se dejen engañar», (El Imparcial de 11 de marzo de 1907). 

Los agentes reclutadores de emigración procuraban que los que iban a embarcarse estuviesen con mucha antelación con respecto a la llegada del barco, para no correr el riesgo de perder las comisiones en caso de no acudir con puntualidad. Asimismo, también tenían sus ingresos, como intermediarios, por los alojamientos necesarios que les solicitaran hasta el momento del embarque.

A pesar de todas las denuncias, entre 1907 y 1913, seis barcos de vapor, de carga, con casco de acero, de bandera británica, trasladaron, además de a centenares de portugueses, a cerca de 8.000 inmigrantes españoles, en gran número andaluces, desde el continente a Hawái: 

Barco CapitánSalidaEscalaLlegadaDías
HeliópolisJ. W. Martin
Málaga
10/03/1907
Punta Arenas
01/04/1907
Honolulú
26/04/1907
47
Orteric    John Findlay
Gibraltar
24/02/1911
Punta Arenas
19-20/03/1911
Honolulú
13/04/1911
49
WillesdenC. E. Cox
Gibraltar
11/10/1911
Funchal (Madeira)
12/10/1911
Punta Arenas
07/11/1911
Honolulú 
03/12/1911
54
HarpalionW. H. Pope
Gibraltar
29/02/1912
Punta Arenas
23/03/1912
Honolulú
17/04/1912
49
WillesdenG. B. MussonGibraltar
08/02/1913
Punta Arenas
06/03/1913
Honolulú
30/03/1913
51
AscotDudley MasseyGibraltar
12/04/1913
Punta Arenas
07/05/1913
Honolulú
04/06/1913
54

La emigración española a ese territorio se detuvo en septiembre de 1913 por el endurecimiento de las medidas de control ejercidas por el gobierno español. 

3. TRAVESÍA DEL S.S. HELIÓPOLIS

Sobre este viaje con españoles a Hawái no me voy a extender dado que no había esteponeros en el pasaje.  Si alguien está interesado en conocer los pormenores del desarrollo de esta dura travesía puede consultar el artículo "La agridulce emigración andaluza a Hawái" de D. Miguel Alba Trujillo, disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7434677.

Como pincelada, vean esta página con la noticia en el periódico El Nuevo Mundo de 14 de marzo de 1907:

O la noticia que apareció el 13 de abril de 1907 en Caras y Caretas de Buenos Aires:


4.     TRAVESÍA DEL S.S. ORTERIC

Para tratar de eliminar los abusos de las agencias de emigración, y los problemas que se dieron en el SS Heliópolis en marzo de 1907, el Gobierno Español prohibió la emigración desde puertos españoles hacia puertos no habituales como Honolulu y emitió La Ley de Emigración, publicada en la Gaceta de Madrid, el 22 de diciembre de 1907, pp. 1085 – 1088, siendo Ministro de la Gobernación, Juan de la Cierva y Peñafiel. Los artículos sobre las agencias de reclutamiento decían:

«Artº 33.- Quedan prohibidas la recluta de emigrantes y la propaganda para fomentar la emigración.

Los anuncios y publicaciones que los navieros o armadores y consignatario publiquen, relativos al transporte de emigrantes, solo podrán referirse a las fechas de entrada y salida de las naves en los puertos, puntos de escala y condiciones del pasaje. [...]

Artº 34.- Queda prohibido en todo el territorio español la agencia de emigración. En su virtud, ningún español ni extranjero podrá dedicarse a esta industria. 

[...]

Artº 40.- Si el viaje se suspendiera por causas ajenas al emigrante, el consignatario del barco en el puerto respectivo pagará a aquel por vía de indemnización 2 pesetas por cada día de retraso. [...]».

Estas medidas provocaron un parón de cuatro años en el transporte de españoles hacia Hawái.

En 1907 se crea también la Comisión de Inmigración de los Estados Unidos conocida como Comisión Dillingham, un comité bipartidista con miembros de la Cámara de Representantes y del Senado, presidido por William P. Dillingham, senador republicano de Vermont, para estudiar los orígenes y consecuencias de la reciente emigración en el país. En 1911 emite su primer informe, concluyendo que la emigración del sur y del este europeo era una amenaza grave para la sociedad y la cultura estadounidenses y debería reducirse considerablemente en el futuro.

W. P. Dillingham. Fuente: Wikipedia

La Comisión recomendó que cualquier legislación futura debería seguir una serie de principios y restricciones, como, por ejemplo, exigir que los inmigrantes no fuesen analfabetos, lo cual preocupó a las autoridades hawaianas dado que una buena parte de sus trabajadores no sabía leer ni escribir y esa medida podía afectar gravemente a sus planes de incrementar la población blanca en las Islas. 

Como consecuencia de todo ello, a partir de 2011 los norteamericanos e ingleses burlan las leyes españolas realizando los embarques en Gibraltar. Contratan nuevos barcos y zarpan lo más rápido posible y con el mayor número de emigrantes pues las medidas acordadas por la Comisión Dillingham pendía sobre sus cabezas.

Los hombres de las agencias radicadas en Gibraltar lograron reclutar nuevos emigrantes procedentes de España y Portual, siendo el responsable de toda la organización el agente especial de la “Hawaiian Board of Immigration”, A. J. Campbell. Consiguieron seleccionar 1.478 emigrantes, de los que 900 eran españoles. Entre ellos había 18 personas que eran de Estepona o vivían en esa localidad: la familia Vázquez-Gil compuesta por el matrimonio y cinco hijos comprendidos entre los 4 y 14 años; la familia Gómez—Márquez formada por el matrimonio y cinco hijos entre 3 y 12 años, uno de los cuales falleció en Hawái;  José Contreras Sánchez, de 39 años, de estado civil casado; María Caravaca Martín, casada de 22 años y residente en Jimena; Isabel Lozano Sánchez, casada de 24 años y residente en la Línea de la Concepción; y Antonio Ramírez Benito, soltero de 27 años, foráneo residente en Estepona. 

El nuevo barco que los transportaría se llamaba S.S. Orteric que, proveniente de Londres, embarcó portugueses en Oporto y Lisboa y recogió a los españoles en Gibraltar, rumbo a Honolulú. Mediante cable enviado por Campbell, en Gibraltar, y recibido en la mañana del 25.02.1911 (aunque había zarpado el día anterior 24), se confirmaba la salida del buque. Acompañaba a la expedición una persona seleccionada por el “Agent” Campbell.

Buque S.S. Orteric. Fuente: Hawaiians Spaniards

Doscientas personas no fueron admitidas en el barco por no superar, entre otros, los exámenes médicos.

Se recoge en la prensa que se puso atención en la adecuación del menú y en que el personal de cocina fuese suficiente y que se seguía con la idea inicial de usar el itinerario a través del istmo de Tehuantepec, desembarcando los emigrantes del Atlántico en Coatzacoalcos, Méjico, cruzar el istmo mediante tren y embarcarlos, de nuevo, en el puerto de Salina Cruz, en el Pacífico, hacia Hawái, pero no se llevó a efecto por el peligro de contagio de la fiebre amarilla. 

Tanto Campbell como su asistente, M. A. Silva, se quedaron en Gibraltar para realizar futuras reclutas de emigrantes. Tenían la esperanza de que, si a los españoles les gustaban las cosas de Hawaii, España pudiera ser una fuente fructífera suministradora de trabajadores, dado que se les consideraba buenos labradores, aunque eran conscientes de que también reclamaban que los salarios pagados no eran suficientes para sus necesidades diarias.

Según noticias aparecidas en la prensa hawaiana (6), se habilitaron tres bodegas del barco en las que se colocaron literas en hileras, dejando la cubierta con bastante espacio para pasear, y se dio a cada persona un colchón de paja, una almohada, un plato, un vaso, cuchillo, tenedor y cuchara. Los viajeros se habían comportado bien, aunque eran muy obstinados; algunos españoles portaban instrumentos musicales con lo que, junto a algunos bailarines, proporcionaban una diversión continuada; un gramófono ayudó a mantener la distracción general; unos pocos niños ayudaron en las cocinas y hubo adultos que colaboraron con el panadero y en el despiece de animales. No obstante, la travesía no estuvo exenta de incidentes: algunos no observaban una buena higiene; se robó comida de la cocina y hubo roces entre portugueses y españoles, llegándose en algunos casos a enfrentamientos más serios en los que no faltaron los tirones de pelo entre mujeres y las peleas de hombres con navajas, que obligaron al capitán a salir revólver en mano. A raíz de ello se redujo la ración de vino porque los oficiales consideraron que el alcohol era el culpable de las reyertas.  Los cabecillas sufrieron encierro durante varios días. 

En el itinerario del viaje, el día 19 de marzo llegaron a Punta Arenas y partieron al día siguiente tras cargar 60 cabezas de ovejas, cerdos y otros suministros.

La travesía supuso una alegría para algunas familias, ya que nacieron catorce criaturas, y una tragedia para muchas otras que sufrieron la muerte de sus hijos. Fallecieron un total de cincuenta y siete niños, cuarenta y cinco de sarampión, ocho de bronquitis y el resto de otras enfermedades infantiles. Todos los cuerpos fueron arrojados al mar, salvo uno que falleció por escarlatina, entrando a puerto, el día 13 de abril de 1911, lo cual obligó a que los inmigrantes fueran enviados a la isla de cuarentena.

El barco amarró a puerto a las nueve de la mañana y, a la una, las autoridades empezaron el ansiado desembarco de los recién llegados, de un barco dominado por la suciedad, la basura y la muerte, para pasar la correspondiente revisión sanitaria. Había bebés enfermos y una buena parte del pasaje sufría de mareos y náuseas, bien por el movimiento del barco bien por la deficiente comida que se servía. La escarlatina hizo que “The Board of the Wealth”, junto con las autoridades federales, ordenaran que el Orteric y los 1500 emigrantes, fuesen puestos en cuarentena. La estación de cuarentena era insuficiente para tratar a tanta gente y se habilitó el cobertizo del Channel Wharf (muelle del Canal) para contener a 600 personas. Los familiares y amigos que les estaban esperando les proporcionaban tabaco a través de los vigilantes que guardaban la línea de separación. Los españoles reclamaron por la comida, y su petición fue atendida urgentemente por la Junta de Sanidad.

El aspecto de los emigrantes no era muy atractivo, los hombres sin afeitar, las mujeres desaliñadas y los niños descuidados. Los españoles se distinguían fácilmente de los portugueses por su sombrero y ropa de pana. Los sombreros eran de ala ancha, que parecían grandes coronas, y la pana de muchos colores, que iban desde el marrón oscuro al amarillo tabaco, mostrando mucho uso y antigüedad en casi todos los casos. Ellos parecían, con pocas excepciones, ser gentes de lugares agrícolas. Uno o dos distinguidos, como si fuesen de alguna ciudad.

No se sabía el tiempo que duraría la cuarentena, hasta cuándo estarían bajo la custodia de las autoridades sanitarias. Afortunadamente los funcionarios territoriales pudieron hacer un correcto diagnóstico y evitar el peligro que hubiese sido que desembarcasen con la enfermedad. El Orteric seguía atracado de forma indefinida y era problemática su descarga, y el muelle del Canal quedaba colapsado por la gran cantidad de material almacenado allí. Personas, maletas y bultos con los efectos personales fueron fumigados, aunque muchos pasajeros, por ignorancia, se rebelaron. Corrieron rumores de todo tipo sobre las plantaciones, llegándose a difundir incluso que había caníbales que se comían a los niños. Tras ir pasando los exámenes médicos, a buen ritmo, fueron desplazándolos a las plantaciones. El vapor Likelike llevaría una gran cantidad de españoles a Lahaina y Wailuku (Isla de Hawái).

El estado en que llegaron los emigrantes y lo acaecido durante la travesía tuvo sus consecuencias judiciales. El Evening Bulletin de 04.05.1911 ya señalaba que el Orteric había sido multado con 10.000 $, por el gobierno de los Estados Unidos, por violación de las leyes de navegación. Por otra parte, el Territorio de Hawaii se afirmaba en que el principal punto de la disputa era la cuestión de los gastos derivados de la cuarentena del barco a su llegada a Hawái y la consiguiente retención de los inmigrantes. La reclamación se basaba en que, si los oficiales del buque hubiesen aplicado las regulaciones y precauciones sanitarias básicas establecidas para tan largo viaje, desde Portugal, no hubiese habido necesidad de aplicar la cuarentena del barco a su llegada, a causa de las enfermedades contagiosas que aparecieron entre los inmigrantes. 

Como consecuencia de la cuarentena, la consiguiente retención de los inmigrantes, los gastos que ello generó y la muerte de los 57 niños, se trató el caso ante el Federal Grand Jury (7) . El Gran Jurado Federal emitió un severo dictamen sobre las condiciones en que viajó el pasaje del S.S. Orteric (8). El informe señalaba que la normativa, la “Passenger Act of Congress”, de 20 de agosto de 1882, fue violada en muchos aspectos. El número de pasajeros registrado en el buque no coincidía con el real, lo cual mostraba signos de corrupción. Aunque la comida no fue mala, las instalaciones eran inadecuadas para el transporte de hombres, mujeres y niños; no se tomaron medidas oportunas para acomodar en condiciones a los viajeros; la limpieza brillaba por su ausencia; los servicios de aseo y baño de la cubierta inferior eran inadecuados para niños y adultos y se improvisaron durante la travesía; no se cumplía la separación por sexos (los solteros tenían que pasar por las dependencias de los matrimonios para acceder a cubierta); había una insuficiente ventilación en las bodegas de alojamiento, no habiendo sido revisada por las autoridades de Gibraltar, y el problema se agravaba al tener que cerrar las escotillas cuando hacía mal tiempo, lo cual contribuyó a la elevada mortalidad infantil y a que muchos niños presentasen señales de anemia a su llegada; etc.

Los oficiales del barco responsabilizaban a los emigrantes de los problemas de limpieza, cuando en realidad no existían baños o eran insuficientes. El capitán del buque, John Findaly, afirmó finalmente que su buque no era apto para el transporte de tanta gente como se introdujo en el barco. Uno de los puntos de discusión durante el juicio fue sobre quién era responsable de todas estas faltas, el Capitán o el contratante, el agente Campbell del “Territorial Board Of Immigration”.

Sobre los gastos generados, el Administrador de Aduanas de Honolulú (Collector of Customs) informó que los propietarios del buque habían dado una fianza previa para el pago a los Estados Unidos de las sanciones en que pudiesen incurrir, lo cual parecía ser una buena provisión económica, a sabiendas de que no se cumplía con la ley, para cubrir con ella el riesgo de posibles penalizaciones.

5.     TRAVESÍA DEL S. S. WILLESDEN

Recién llegado el Orteric a Honolulú en abril de 1911, el “Territorial Board of Immigration”, de Hawái, encargó una vez más al agente A. J. Campbell, realizar otra expedición de emigrantes desde Europa. Se trasladó, de nuevo, el 12 de julio de 1911, desde Honolulú a Londres, para contratar otro barco y envió un telegrama a las autoridades hawaianas: “Mucha gente, pocos barcos”. 

Campbell contrató un nuevo vapor inglés, el S.S. Willesden, para transportar 1.500 inmigrantes españoles y portugueses, hasta Hawái, en noviembre de 1911, pero era insuficiente para el número de candidatos que había en El Peñón.

S. S. Willesden. Fuente: Hawaiians Spaniards

«En Gibraltar, cuando el Willesden embarcaba a los inmigrantes, hubieron más de cuatro mil personas solicitando marchar a Honolulú. Cientos de ellos habían caminado grandes distancias y llevado con ellos sus mobiliarios domésticos. Fue una difícil tarea impedir que algunos subiesen a bordo. Hubo muchas peticiones para su transporte, ya que ellos decían que tenían familiares en Hawaii. Muchos declararon que sus hijos o maridos estaban en las islas, que eran sus únicas fuentes de mantenimiento, las que se habían cortado. Bajo estas circunstancias fueron muchos extras españoles y portugueses a los que se les permitió realizar el viaje»(9).

C. E. Cox, el Capitán del buque de carga S.S. Willesden que haría el transporte, declaró que, en Gibraltar, debido al “efecto llamada”, había cientos de personas preparadas para ir adonde un barco les llevase. Si el Willesden hubiese ido a Río de Janeiro, Brasil, o a cualquier otro lugar, hubieran subido a bordo sin demora. Estaban amontonados en un recinto, con muy poca comida y su equipaje estaba disperso alrededor. Estaban absolutamente sin protección a los cuatro vientos, ni siquiera un cobertizo para protegerse de la lluvia. En muchos lugares el ganado vacuno estaba mejor guardado que la gente que esperaba el transporte (10)

El coste de los pasajeros adultos ascendía a 11 libras y ocho chelines y los armadores eran los responsables de cumplir las leyes de navegación estadounidenses, eximiendo a las autoridades hawaianas de toda responsabilidad por enfermedades o muertes.

Teóricamente, el Willesden había sufrido una serie de modificaciones para acomodar a los pasajeros y cumplir con las estrictas medidas impuestas por las regulaciones de los EE.UU en estos transportes.

El 11 de octubre de 1911, el buque zarpa de Gibraltar con 1840 emigrantes, de los cuales 1.300 son "dagos" (españoles) (11) . Previamente había recogido en Oporto a parte del pasaje de origen portugués, 417, y el resto embarcó en una escala que hizo en Funchal, Madeira.

El agente Campbell, desde Gibraltar, comunicó al comisario de inmigración, los datos de la composición de los emigrantes:

Número de familias  352
Número de solteros 200
Varones menores de 16 años  427
Mujeres menores de 16 años    376
Mujeres mayores de 16 años        400
Tarifas pagadas 1.441
Número de portugueses540
Número de españoles 1.300

En este barco viajaron más de 200 esteponeros y esteponeras (12), lo que suponía más del 11% de la expedición y más del 16% de los españoles.

Un detalle curioso es que se calculó que alrededor de 100 o más jóvenes españoles se embarcaron para no hacer el servicio militar y huir del país, temiendo tener que participar en la guerra de Marruecos. Gibraltar siempre fue refugio de contrabandistas y también acogió a desertores y prófugos españoles.

El capitán Cox tenía experiencia en el transporte de pasajeros y mejoró la organización interna del buque: nombró a grupos de españoles y portugueses responsables del control de la limpieza, se instalaron baños y aseos en las cubiertas superiores y lavaderos, se baldeaban las cubiertas a menudo, se contrataron a intérpretes para poder entenderse con el pasaje, llevaba un médico inglés y otro español, etc.  

No obstante, a los pocos días de salir el buque de Gibraltar aparecieron los primeros casos de viruela. A medida que se avanzaba hacia el Estrecho de Magallanes el tiempo se iba haciendo más frío, y las enfermedades aumentaron de forma que, al llegar a Punta Arenas, varios españoles ya habían muerto. Al salir del estrecho y dirigirse hacia Hawái, y encontrarse progresivamente con temperaturas más cálidas, los médicos tenían que dedicarse especialmente a los que habían contraído la enfermedad. Como medida de protección, se habían colocado unos grandes embudos y se colocaron grandes velas para aumentar la aireación en las cubiertas inferiores.

Algunos españoles señalaron que la propagación de la viruela podía haberse disminuido si el método de separación de los enfermos hubiese sido mejor, ya que se utilizó una simple lona para separarlos del resto de los pasajeros. La mayoría de afectados de esta enfermedad fueron españoles. Un oficial del buque también contrajo la viruela.

Cuando el Willesden iba a atracar en Honolulú el 3 de diciembre de 1911, habían fallecido 27 personas, de las cuales 25 eran niños. Hubo 5 nacimientos, y llegaron con 18 casos de viruela y 36 de sarampión u otras enfermedades contagiosas. Cuando el buque fue avistado cerca del puerto, se le acercó una lancha en la que iban los doctores para atender al pasaje y se llevó al muelle de cuarentena, donde debería permanecer unos 14 días hasta que no quedase ningún emigrante y se procediese a las tareas de limpieza y desinfección tanto del equipaje como del propio barco.

También se organizó un proceso de investigación de lo ocurrido en el Willesden, al igual que se hizo con el Orteric. El capitán Cox, ante un grupo de personalidades, entre las que se encontraban periodistas y los cónsules español y portugués, culpaba a los emigrantes de ignorancia, falta de disciplina y suciedad, mostrando algunas fotos de individuos que extrapolaba a todo el pasaje. Finalmente, el dictamen del “US Customs” fue favorable y laudatoria para los oficiales y la naviera y no se exigieron responsabilidades.

The Hawaiian Gazette, publica el 5 de diciembre de 1911, pp. 4, una editorial titulada “La Lección del Willesden” que es muy ilustrativa para el transporte de inmigrantes europeos a través del Estrecho de Magallanes. En primer lugar, manifiesta que “El principal punto que debe considerarse es que, es prácticamente imposible llevar un vapor lleno de gente a tan larga distancia, cruzando dos veces el ecuador, sin correr un inusual riesgo para la propagación de enfermedades epidémicas, a pesar de todas las precauciones."

Señala que, a pesar de haberse tomado todas las precauciones, se produjeron 27 muertes, dado que sus pasajeros viajaban hacinados y que surgieron enfermedades como la viruela y otras, antes de alcanzar Punta Arenas, en el Estrecho de Magallanes. Y que aún así, teniendo en cuenta que el pasaje parte de un clima semitropical como es el de Portugal y el sur de España, y su viaje continúa siguiendo el Atlántico Sur, atravesando los Trópicos y el Ecuador atlántico, bordeando los hielos, con frías y frecuentes tormentas, los emigrantes sufren unos cambios bruscos de clima, que afectan especialmente a los niños, que son los que sufren la mayoría de muertes. A continuación se encuentran, de nuevo, los calores abrasadores del sol ecuatoriano del Pacífico, hasta que los vientos alisios los refrescan y se llega al destino. Los viajeros no están preparados con equipaje y ropa adecuada para soportar estos contrastes climáticos y, tampoco, sus acomodamientos, por lo que sus efectos se ceban en su salud, aunque las enfermedades contagiosas no estén presentes.

Indica que, como señalaba con énfasis el Dr Clark, “executive officer of the board of immigration”, la solución era traer los inmigrantes en cantidades más pequeñas y más frecuentemente. El transporte de estos y el comercio podría generar una buena ganancia, pero ello tendría que esperar hasta que el canal de Panamá fuese abierto al tráfico.

Y continúa reseñando que el Willesden estaba en manos de los oficiales federales de la cuarentena, que demostraban su eficacia a la gente del Territorio, al lograr una rápida recuperación de los enfermos y evitar la propagación de la enfermedad.

El articulista, al final, reclamaba paciencia a los inmigrantes en el trámite de la cuarentena, para que los nuevos ciudadanos no trajesen sus gérmenes epidémicos que pudiesen convertir la alegría de sus amigos en lágrimas.

Muchas familias pasaron la Navidad en la estación de la cuarentena de Honolulú. Los niños recibieron regalos donados por la gente, sensible al mal trago que estaban aún sufriendo. El Dr. Clark y los cónsules de Portugal y España se encargaron de recogerlos y repartírselos a los pequeños a través de las enfermeras (13).

En la Gaceta de Madrid [hoy BOE] núm. 65, pag. 67, de 5 de Marzo de 1912, se publicó la relación nominal de personas españolas fallecidas en el Willesden, transmitida por el Cónsul de España en Honolulú. Durante el trayecto murieron 18 personas, de las cuales 16 eran niños pequeños; y en el Lazareto de Honolulú, hasta el 2/11/1911, fallecieron 25, con 24 pequeños, lo que hace un total de 43 difuntos.

Los fallecidos, naturales de Estepona, fueron:

  • María Callejón López, 2 años, hija de Antonio Callejón Blanco y María López Madueño.
  • María Caravaca Vázquez, 10 meses, hija de Benito Caravaca Navarro e Isabel Vázquez López.
  • María Dolores Rubio Contreras, 7 meses, hija de Salvador Rubio del Río y Gabriela Contreras Jiménez.
  • Francisca Sánchez Mena, 2 años, hija de Manuel Sánchez Jiménez e Isabel Mena Carrasco.
  • Francisca Hernández Rodríguez, 2 años, hija de Domingo Hernández Lima y de Catalina Rodríguez.
  • José Valero Espinosa, 3 años, hijo de José Valero Cintrano y María Espinosa.

El diario El País, de 6 de marzo de 1912, calificaba este hecho como Herodiada (recordando la muerte de los Inocentes por Herodes), y reclamando que: «El ministro de Estado y el Consejo de emigración están en el deber de puntualizar las causas de esa verdadera catástrofe que aumenta el horror del éxodo de españoles que abandonan su patria con la familia, hasta con los niños pequeñines en busca de trabajo y de pan.»

6.    TRAVESÍA DEL  S. S. HARPALION

Dado que mucha gente no pudo embarcar en el Willesden, por no haber suficiente espacio, el agente Campbell fletó un nuevo barco el 24 de noviembre de 1911. Se trataba del buque de vapor S.S. Harpalion, de menor tamaño que el Orteric.

S. S. Harpalion. Fuente: Hawaians Spaniards

Desconocemos la causa, pero, días después, Campbell fue sustituido por Raymon C. Brown, “inspector in charge of the federal immigration” en Honolulú, con más de diez años de servicio. Se esperaba que éste promoviese el reclutamiento de trabajadores en Portugal y España y mantuviese un flujo continuado de emigrantes hacia Hawái.

Brown partió hacia Europa a principios de Enero de 1912 y tomó las responsabilidades del embarque, que comenzó en Oporto, donde subieron 121 familias y 45 solteros, y continuó en Gibraltar, donde se integraron 165 familias y 119 personas solteras españolas. En total 1484 personas, 591 lusos y 893 españoles. De Portugal partieron el 24 de febrero y del Peñón zarparon el 29 (ese año era bisiesto). En Honolulú se consideró que las cifras eran muy bajas dadas las expectativas habidas tras la llegada del Willesden. La explicación fue que, además de haberse rechazado a más de 400 personas, por no reunir las condiciones establecidas para el reclutamiento, unas 177 familias españolas no pudieron llegar a tiempo por el temporal de lluvias que sufrieron. La mayor parte del pasaje español procedía del interior español cercano a la frontera portuguesa, lo cual es indicativo de la publicidad que daban las agencias de contratación y el “efecto llamada” de los paisanos desplazados.

En este viaje participaron 8 esteponeros:  la familia Valero-Campos, el matrimonio y 2 hijos; la pareja formada por Ildefonso Vázquez García y Josefa Gil López, y la madre de él, Francisca García Parrado; y el soltero de 22 años José Escalona Cortés.

El Harpalion llegó a Honolulú el 17 de abril de 1912 en situación parecida a los anteriores buques. Estaba en buenas condiciones, pero abundaba la enfermedad y la muerte. Atracó en la isla de la cuarentena y los datos iniciales eran 17 muertos, 9 nacimientos y 62 enfermos contagiosos (49 de sarampión, 6 de impétigo, 3 de paperas, 1 de escarlatina y 3 de difteria). No obstante, se manifestaba que los pasajeros, en conjunto, presentaban un mejor aspecto gracias a mejores instalaciones sanitarias y a que la comida había sido más sana; no había habido problemas con los pasajeros, solo un intento de motín de dos chinos de la tripulación que intentaron golpear con una barra de hierro al jefe de máquinas; el viaje fue tranquilo, con mar suave y pocos mareos excepto en el Estrecho de Magallanes.

Los familiares de los recién llegados trataban de llegar al buque mediante barcas, pero eran rechazados para mantener el aislamiento de la cuarentena. 

«La carga humana (“Human freight”) fue puesta a disposición del “Territorial Health Authorities”, por parte de los servicios de salud federales» (14).

Igual que en las anteriores travesías se planteó la discusión de a quién le correspondía correr con los gastos de atención a los pasajeros durante la cuarentena, si a los propietarios del buque o al Territorio de Hawái. El capitán Pope consideraba que, una vez llegado a puerto, esa responsabilidad no era suya.

Se permitió que desembarcaran 162 solteros que habían estado aislados del grupo de familias, casi presos en las zonas más estrechas del barco, y que no estaban enfermas, y fueron alojados en la estación de inmigración territorial. «Los solteros que no tenían enfermedades eran fácilmente manejables, su examen se hizo de forma rápida y desembarcaron a la estación territorial de cuarentena de inmigración.  

Las gentiles almas con lágrimas en los ojos se reunían para hablar de las pobres gentes de miradas nostálgicas tan lejos de casa. Con sus bigotes rizados y aspectos caballerosos decían "buenas tardes" a todas las personas que se encontraban en los muelles. Cargados de cajas, bolsas y mantas de todos los tamaños se presentaban ante los funcionarios con una inclinación de cabeza y una sonrisa para cada uno.

Estos alegres aventureros vestían con una rara gracia, y su entrada en Hawaii se parecía más a la llegada de gente de “picnick” que a la llegada de desamparados aldeanos que hubiesen recorrido diez mil millas desde casa.

Diez minutos después de instalarse en la estación de inmigración, se pusieron en cuclillas en círculos en el césped y se pusieron a fumar, otros cantaban y otros soltaron su humor. Parecía como si los agentes de inmigración hubiesen reclutado a pretendientes y caballeros de un centenar de pueblos. Muchachos que estarán tan a gusto en Hawái, como en cualquier lugar de la tierra, o como en su tierra natal.

Habían estado atados en el barco durante casi dos meses, por lo que, cuando se encontraron libres en tierra firme, estos soldados de fortuna, sin ataduras ni responsabilidades y nada en el mundo excepto el equipaje que llevaban a sus espaldas, son incontenibles en cualquier circunstancia» (15).

El resto de inmigrantes estuvo confinado en el barco hasta que se recibió un cheque por valor de 30.000 dólares desde Londres. Podríamos decir que fueron tomados como rehenes para conseguir el pago de los propietarios del buque.

Una vez hechas las revisiones médicas y pasado el aislamiento, las familias fueron enviadas a las plantaciones.

Anécdotas del viaje:

«Tomás Blanco, de 23 años, enfermó en el viaje y fue atendido por Eugenia Benito, de 18 años, de ello nació un romance que llegó hasta el punto de que ellos se casasen por el rito católico». 

«El último de los retenidos en la isla de la cuarentena salió el sábado 18 de mayo, trasladándose a la estación de inmigrantes.

La más hermosa de las mujeres que llegaron en el Harpalion fue Estrella de Mayas. Seis hombres que la admiraban, querían ir a la misma plantación adonde fuese ella. A lo largo del viaje en el Harpalion había tenido muchos pretendientes pero ella no dio esperanzas a ninguno, ya que deseaba ver a los hombres del nuevo país antes de tomar una decisión. 

Fue desdeñosa con sus pretendientes y le solicitó al secretario Kearns que la enviase a una isla lejos de estos jóvenes pesados que la hartaban tanto, y agregando, a través del intérprete, de que fuesen nadando y que quizás un gran pescado devorase a esta gente molesta» (16). Probablemente Estrella quedó en Honolulú y los seis jóvenes enviados a otras plantaciones.

7.     TRAVESÍA DEL S.S. WILLESDEN (2º viaje)

Después del viaje del Harpalion se suspende la recluta porque los armadores obtenían más rentabilidad con el transporte de mercancías y preferían no someterse a las garantías de navegabilidad, seguridad e higiene que el gobierno estadounidense exigía para el transporte de emigrantes. No obstante, tras fracasar la recluta de rumanos y rusos, el "Board of inmigration of Hawaii" envía de nuevo a sus agentes para realizar nuevos reclutamientos.  Así, el 8 de febrero de 1913, el buque S.S. Willesden, al mando del capitán G. B. Musson, salió nuevamente de Gibraltar para transportar a Hawái a 228 lusos que fueron recogidos en Oporto el día 3 y a 1130 españoles. Muchos portugueses no pudieron embarcar porque no pasaron los controles médicos. La distribución por nacionalidades fue la siguiente:

Hombres  Mujeres  Niños  Total 
Españoles    428 314 388 1.130 
Portugueses    63 63 102 228
Total 491 377 490 1.358

Entre los españoles había 40 personas relacionadas con Estepona: los hermanos María Dolores y Antonio Aguilar Hoyos; Mª Dolores Benítez Ramírez; la familia Delgado-Ramírez, integrada por el matrimonio y 4 hijos; la familia Jiménez-Rojas, matrimonio más 6 hijos; Isabel Villar Marga;  la familia Mena-Mena (4 miembros); la familia Navarro-Carrasco, integrada por la madre,  4 hijos y una pariente; la familia Rubio-Contreras, de la que formaban parte el matrimonio, el padre y un hermano del marido, y un hijo; la familia Río-Ruiz, con el matrimonio, dos  hijos y la abuela materna; y el matrimonio Vilchez-Ruiz.

De las travesías anteriores, los armadores tenían conocimiento de los problemas que surgieron y procuraron corregirlos. Se mejoró la limpieza y, a pesar de haber tantos pasajeros, el barco presentaba un aspecto bastante limpio e higiénico. Se empleaba arena seca para recubrir las diferentes cubiertas del barco que eran frecuentadas por los inmigrantes y la tripulación se empleaba a menudo en eliminar la acumulación de basuras. El servicio médico corrió a cargo del Dr. Pinneger, junto a otro médico portugués y dos enfermeras.

En el viaje, las enfermedades contagiosas que aparecieron fueron las paperas, el sarampión y la varicela. Cuando los oficiales federales subieron a bordo fueron informados de la prevalencia del sarampión. Hubo 162 casos de los cuales 74 estaban curados, 15 habían fallecido y 73 todavía requerían cuidados médicos. 

Los funcionarios locales de sanidad opinaban que el aislamiento de los enfermos y el bienestar a bordo del Willesden podía no haber sido el mejor.

Las labores de control, aislamiento y cuarentena fueron similares a las de los viajes anteriores. Los recién llegados fueron tratados con baños y con fumigación, al igual que el equipaje, permaneciendo en la estación de cuarentena hasta que los servicios médicos les daban el alta y se incorporaban a las correspondientes plantaciones de caña de azúcar.

8.   ÚLTIMA TRAVESÍA: S. S. ASCOT

Pocos días después de que partiese el Willesden, el agente R. C. Brown fletó un nuevo vapor inglés, el S.S. Ascot que, saliendo de Cardiff, pasó por Londres y Oporto y llegó a Gibraltar, de donde zarpó el 12 de abril de 1913 con 1.283 emigrantes. El buque estaba preparado para el transporte de pasajeros. Tenía diez años de servicio activo y se había empleado para amplios movimientos de personal.
S.S. Ascot. Fuente: Hawaiians Spaniards

De hecho, durante la guerra ruso-japonesa había sido utilizado para el transporte de prisioneros rusos desde Nagasaki hasta Odessa; y también había realizado varios viajes transportando coolies chinos entre Hong Kong y Sudáfrica.

El Ascot sólo transportó a unos 1.300 españoles. Entre ellos había 13 personas relacionadas con Estepona: Eduardo Díaz Gutiérrez, soltero de 26 años; Manuel Bracho Sánchez, soltero de 23 años; el matrimonio Gallardo-Río y un hermano de ella; el matrimonio León-Portal (o Partal) y 2 hijos; Catalina y Jerónimo Hoyos Jerez y la pareja Rodríguez-Vega. 

El coste per cápita del traslado en el Ascot  fue de 109,66 dólares y de 331,83 por adulto varón. Si lo unimos a los costes del anterior viaje del Willeden, resulta un importe medio de 120,02 dólares per cápita y 346,22 por adulto varón. Y si tenemos en cuenta los últimos seis años resulta un coste medio per cápita de 81,38 $ y de 226,38 $ por adulto varón.

En el viaje se produjeron diecinueve muertes y cuatro nacimientos. Los servicios médicos corrieron a cargo del Dr. Pugh, que tenía experiencia por ser su tercer viaje en un barco de emigrantes. La inspección general del buque, por los funcionarios locales, reveló que estaba saneado y bien organizado, por lo que no se preveían quejas. Según el capitán Dudley, hubo buen tiempo durante todo el viaje y no hubo problemas entre los pasajeros; hubo pocas quejas por la comida y el trato a bordo.

El barco arribó a puerto el 4 de junio y no hubo demasiados problemas para desembarcar el pasaje. Sólo una treintena de españoles dieron algún quebradero de cabeza a las autoridades locales por estar contagiados de tracoma. Se les trató médicamente y los que no se curaron fueron devueltos a nuestro país. En la prensa local se les calificaba de “Inmigrantes indeseables a devolver” (“Undesirable inmigrants to be returned”).  A estos enfermos no se les permitía entrar en los Estados Unidos, por lo que fueron embarcados en el barco Mongolia, rumbo a Hong Kong, desde donde partirían hacia Europa.

9.     LA VIDA EN LAS PLANTACIONES. ÉXODO A CALIFORNIA

Según el Report of the Governor of the Territory of Hawaii (Informe del Gobernador del Territorio de Hawaii), publicado en 1914, se habían desplazado a las islas hawaianas 6.512 emigrantes españoles, 2.246 en el Heliópolis y 4.266 en el resto de los buques. Estos datos difieren de los suministrados por el Board of inmigration of Hawaii que afirma que fueron 7.745 en total. Cifra arriba o abajo, contando a los 300 que emigraron desde Vigo en el buque Victoria, el número de españoles que llegó a Hawái gracias a las reclutas que organizaron las autoridades hawaianas con los cultivadores de caña de azúcar, se acerca a los 8.100. La mayoría, tras permanecer en las plantaciones cuatro o cinco años, a lo sumo, regresaban a España, lo cual no era fácil por el alto coste de los pasajes, o se trasladaban a los Estados Unidos.

Los españoles, tras las tropelías e inequidades que sufrieron durante el viaje, vieron, nada más llegar, que las promesas que se utilizaron para su captación fueron totalmente engañosas. El cónsul español en Hawái, D. Ignacio de Arana visitó a muchos compatriotas internados en las plantaciones de las islas de Oahu, Hawai, Maui y Kauai y comprobó que el salario que recibían de 24 dólares al mes, por trabajar diez o doce horas diarias durante 26 días, cubría los gastos de una familia que no fuese muy numerosa. Si sólo trabajaba el padre, en la mayoría de las casas se vivía en la miseria y endeudados con los almacenes y cantinas de las plantaciones que controlaban los suministros de los productos básicos: alimentación, higiene, etc. Una de las principales quejas era el alto coste de la vida en las plantaciones. Las tiendas-almacenes estaban controladas por agentes al servicio de los propietarios y de grandes empresas mayoristas de Honolulú y los precios eran casi inasumibles por las familias. 

D. Ignacio de Arana. Fuente: Hawaiian Spaniard - Facebook

El trabajo era duro, rudo y, a veces, peligroso. Más de un obrero falleció por mordeduras de serpientes y hubo más de un incidente por el maltrato y la brutalidad de los “lunas”, los capataces de las plantaciones, puesto que los españoles no se amedrentaban.

Algunas viviendas estaban en mal estado y la asistencia médica era muy deficiente. Los médicos se negaban a visitar las casas de los obreros españoles porque desconocían el idioma y preferían atenderlos en los hospitales donde podían encontrar a algún portugués que les sirviera de traductor. Consecuentemente, en dolencias graves o urgentes, peligraba la vida de los enfermos. 

Aunque los españoles estaban bien considerados como trabajadores, no se les facilitó la integración en la sociedad hawaiana al estar en situación de pobreza y semi-esclavitud. Muchos vieron deshechas sus ilusiones y se vieron inmersos en una existencia más miserable que la que tenían en su país.

A pesar de que las autoridades españolas, a través del Cónsul Arana, demandaran que se redujese el coste de la vida o se aumentasen los salarios proporcionalmente a dicho coste, la situación fue empeorando año a año por la incertidumbre y el trastorno que produjeron las reformas arancelarias que dictaron las Cámaras de los EEUU.

Todo ello, unido al alto número de desertores (17) que aprovechaba estos reclutamientos para abandonar el país, hizo que el gobierno español reaccionara y, en agosto de 1913, tomó medidas drásticas para prevenir que los españoles saliesen hacia Hawái. El 29 de agosto, por ejemplo, una agencia de emigración que operaba en Cádiz fue registrada por funcionarios del estado y se incautaron documentos que probaban que 300 españoles habían realizado su reserva para trasladarse a Hawái. El director fue detenido y se impusieron sanciones. Asimismo, “The Territorial Board of Immigration” detuvo temporalmente la contratación de mano de obra en Europa. 

Cuando los europeos empezaron a demandar mejoras y los gobiernos impidieron las campañas de reclutamiento, los plantadores, en vez de esforzarse por satisfacer sus peticiones, comenzaron a atraer filipinos. Ante esa situación, españoles y portugueses, mediante el ejercicio de la economía y la privación y el trabajo de todos los miembros de la familia, incluido los niños, obtuvieron los medios suficientes para trasladarse a California.

Para intentar justificar que la cantidad de europeos que abandonaba Hawái con destino a California era menor de lo que se decía, emitieron el siguiente informe con los datos del número de personas que se había marchado entre 1911 y 1913, según el barco que les trajo al archipiélago, y, en porcentaje, eran las siguientes:

Barco Orteric Willesden I Harpalion Willesden II Ascot Total
% de españoles 46,8020,61 22,59 0,17 0,00 16,21
% de portugueses    20,20 32,78 8,13 0,000,00 14,73

Evidentemente, la justificación era absurda puesto que el abandono de Hawái dependía del tiempo de estancia en el país y de alcanzar los ahorros suficientes para pagarse los pasajes a California. Curiosamente, no hay datos de cuántos españoles de los que llegaron en la primera travesía, a bordo del SS Heliópolis, se desplazaron a California, y se calcula que se fueron entre el 60 y el 70%. Del SS Orteric emigraron casi la mitad en apenas dos años y los que llegaron en el Villesden, segundo viaje, y en el Ascot no tuvieron tiempo material de hacerlo. La realidad es que muchos abandonaron Hawái con destino a California antes de cumplir los tres años de contrato y se calcula que antes de 1940 abandonaron Hawái con destino a las tierras continentales de los EE.UU. unos 7.000 españoles.

Otro de los argumentos que se esgrimieron para minimizar la responsabilidad de las autoridades hawaianas y de los propietarios de las plantaciones en el abandono de las islas fue que había una red californiana que, sabedora del buen hacer agrícola de españoles y portugueses, se ponía de acuerdo con los emigrantes para que se embarcasen hasta Hawái, que era gratis, y ellos se encargarían más tarde del transporte hasta San Francisco.

9. TESTIMONIOS

La mayoría de los esteponeros que emigraron a Hawái eran braceros, sin oficio especializado,  desconocedores del país y de su idioma y costumbres, e iban acompañados de una numerosa prole. Ante la dureza y condiciones del trabajo en los campos de caña de azúcar, un buen número de ellos decide trasladarse, vía San Francisco, a los Estados Unidos de América, tierra considerablemente más próspera y con más posibilidades para alcanzar una vida más cómoda y digna.  Con el desconocimiento del idioma y la inexistencia de organizaciones patrióticas que pudieran prestarles ayuda en la búsqueda de trabajo y en sus desgracias, no era fácil adaptarse.

Tampoco contaron con el apoyo de las autoridades y la diplomacia española. La visión que tenían de nuestros emigrantes a los EEUU queda reflejado en diversos párrafos de la Memoria "La emigración española transoceánica 1911-1915" como éste, de su página 178: «Nuestra emigración á los Estados del Oeste, nutrida, metodizada y aun venturosa, sin la nota discordante de los cultivadores andaluces, que fracasados en las islas Hawai buscaron refugio para sus miserias en California, [...]»

En el quinquenio 1911-1915 había unos 25.000 españoles trabajando en EE.UU. Aparte de en las minas, el pastoreo, la labranza, las plantaciones de manzanos y naranjos, la navegación y el servicio en fondas y bares, una de las ocupaciones que solía dar empleo a los emigrantes españoles y, en particular, a los esteponeros, fue la recolección, selección y empaquetado de frutas, en la que también participaban las mujeres. Ellas fueron fundamentales en la manutención familiar ya que además de en las labores familiares, se dedicaron a trabajar en diversos campos. La visión oficial de esta situación queda reflejada en otro párrafo de la referida Memoria del Consejo Superior para la Emigración, pág. 180: «[...] Y así se daba el caso ilógico de que mientras inactivos en invierno paseaban sus desdichas por las calles de San Francisco de California aquellos españoles del Sur, fracasados en las islas Hawai, sus mujeres y sus hijos fueran puntal de los hogares que sostenían dedicándose á cocinar, al servicio doméstico (donde obtenían 40 pesos al mes, mantenidos y alojados), al trabajo, en fábricas de conservas de frutas, en las de galletas, de cigarros, de sacos, en talleres de costura y sombreros, ó en otras muchas ocupaciones que daban lo preciso para con estrecheces ir alimentando á los suyos.» 

La carencia de un oficio para poder trabajar en las grandes ciudades fue determinante para que muchos de los emigrantes españoles se trasladasen a zonas agrícolas, aprovechando las facilidades que había para adquirir terrenos en compra a plazos, con el objetivo de pasar de simples obreros agrícolas a propietarios de campos. Mientras conseguían productividad para sus tierras de cultivo,  para sustentar a la familia, todos trabajaron también como asalariados. 

Por los comentarios y escritos de algunos miembros de familias de Estepona que emigraron a Hawái, recogidos en el libro de D. Francisco Javier Albertos, podemos hacernos una idea de las razones del éxodo, las dificultades de la travesía, la forma de vida que llevaron y la progresión social que consiguieron. Destacable es la información de  Dª Mª Carmen Garín Rubio y Dª Gabriela (“Lita”) Rojo Martínez Yanci.

Por ejemplo, el matrimonio formado por Fernando Rojo Bernal y Ana Contreras Jiménez soñaba con alcanzar mejores condiciones de vida para ellos y sus hijos y veían que la única manera de conseguirlo era emigrar. Cuando se enteran del reclutamiento para trabajar en Hawái, Fernando Rojo y su suegro, Diego Contreras, se dirigen el 7 de mayo de 1910 a ver al alcalde de Estepona para poner sus papeles en regla y firmar el contrato de trabajo, que tardó más de un año antes de que estuviesen dispuestos para partir. En octubre de 1911, montados en burro, la familia Rojo-Contreras, con sus hijos, los padres de ella y la pareja de recién casados, los Rubio-Contreras, se dirigieron a La Línea y el 11 de ese mes, en Gibraltar, embarcaron en el navío de carga Willesden con destino a Hawái. La hija mayor, Isabel, tenía seis años y la más pequeña, Antonia, solo diez días.

Al igual que ocurrió con ellos, en el SS Willesden viajaron juntos muchos amigos, abuelos, padres, hijos, tíos, primos, etc. y otros parientes se les unieron en posteriores reclutamientos. 

Una vez embarcados en el Willesden, rara fue la familia que no tuvo algún miembro con problemas de salud de mayor o menor gravedad. Ese fue el caso de Antonia Contreras, esposa de Fernando Rojo, que enfermó nada más pisar el buque y estuvo hospitalizada una semana. Tuvo problemas para amamantar a su bebé, Antonia, que solo tenía 10 días cuando se inició la travesía, y el padre intentó sustituir la leche materna por leche condensada azucarada, pero la pequeña no la toleraba. La niña sobrevivió gracias a una prima de la madre que también viajaba en el mismo buque y que la amamantó, compartiendo el pecho con su hija.

Otro de sus pequeños, Diego, también enfermó y su padre rebuscó por las cocinas y ayudó en lo que pudo para conseguir pan y cebolla, que era la única comida que el niño admitía. Y Mary tuvo problemas de salud, pero se recuperó rápidamente, de forma que ella y su hermana mayor, Isabel, de 6 años, pudieron divertirse recorriendo el barco durante la travesía, jugando con sus amiguitas.

Una vez en las islas y trasladados a las plantaciones, las familias dispusieron de una humilde casa y su parcela anexa, en la que sembraron y criaron animales (cerdos y cabras fundamentalmente). Con ello, además de complementar sus necesidades alimenticias tuvieron oportunidad de comerciar con los productos que producían y obtener ingresos adicionales a lo que cobraban con las labores de la caña de azúcar, en las que intervenía toda la familia, los padres y los hijos. Los niños iban a la escuela y, a partir de los siete años, más o menos, fuesen hombres o mujeres, trabajaban los fines de semana y periodos vacacionales cortando caña de azúcar, por unos 20 centavos diarios. Muchos abandonaban su escolarización con unos diez años para dedicarse a trabajar a tiempo completo y algunas madres ayudaban en las labores domésticas de gente local de buena posición, como hizo Antonia Contreras con el médico.

A las familias les preocupaban los volcanes cercanos de algunas de las islas y el crecimiento de la población asiática, filipina concretamente. No querían emparentar con los orientales. Estas circunstancias, la actitud a veces cruel de los “lunas” y la carestía de los productos básicos indujo a una mayoría de los esteponeros a emigrar a California.

A los pocos años de estar en Hawái y una vez ahorrado lo suficiente para pagar el traslado a California, las familias emigraban a ese estado siguiendo los pasos de familiares o conocidos que se habían trasladado previamente e iniciaban una peregrinación por distintas localidades, realizando labores agrícolas, hasta que lograban asentarse. 

Así, por ejemplo, a finales de su sexto año en la isla, los Rojo-Contreras se dirigen a California a bordo del buque Governor, el 2 de febrero de 1918. En San Francisco les hablaron de los campos de espárragos, en el delta de Sacramento, por lo que se desplazaron en tren y barco a una isla del delta, probablemente Bethel. La población más cercana era Oakley. En dicha isla les ofrecieron una cabaña que había sido pocilga. La limpiaron a fondo, la adecentaron y la hicieron habitable.

Cuando se acababa la temporada del espárrago, iban en barco a Benicia; luego tomaban el tren para recoger frijoles en Winters; de allí a Fairfield para cosechar albaricoque y peras; y luego con el tren eléctrico a Marysville y a Chico para recoger lúpulo. Residieron un año en Yolo y el siguiente destino fue Winters, donde alquilaron una granja de árboles frutales, en el cruce del arroyo, en el paraje denominado Olive School District. 

Al cabo de tres años, la familia Rojo-Contreras había ahorrado lo suficiente para adquirir setenta y dos acres (29 Ha) y construirse una casa de tres dormitorios, con agua corriente, una estufa de leña y nuevo mobiliario. Una parte de la parcela se la cedieron a los padres de Antonia y allí construyeron una pequeña casa. Por los alrededores había otros miembros de la familia y grupos de españoles.

No todos los que emigraron desde Estepona se dedicaron a tareas del campo cuando llegaron a California. Algunos, como José Vilchez Gil (Estepona, 24/04/1891 – Redwood City, California, 1954), que viajó en el Willesden, primera travesía, con su hermano Antonio, ambos solteros, se emplearon en otros campos como el Southern Pacific Railroad.

Los mayores tuvieron sus dificultades para adaptarse al destino californiano y adquirir la nacionalidad estadounidense, para lo cual debían presentar una declaración de intenciones, petición de naturalización y ciudadanía y pasar un examen sobre la Constitución americana.



Documentos para el proceso de nacionalización estadounidense. Fuente: José Pérez Marín

Los niños estaban escolarizados y fueron aprendiendo el idioma sin excesivos problemas por lo que, a partir de la segunda generación, se integraron en la sociedad norteamericana como ciudadanos de pleno derecho.
Familia Aguilar - de Hoyos. Fuente Hawaiians Spaniards

Las relaciones sociales de las familias de Estepona, tanto en Hawái como posteriormente en California, fueron bastante endogámicas, de forma que la inmensa mayoría de matrimonios de la primera y segunda generación fue entre esteponeros o con parejas de otra localidad española y, excepcionalmente, de origen filipino. 

Lo comprobamos con Pedro Chacón Contreras, esteponero que viajó en 1911 a bordo del S.S. Willender y se casó con Ana Vega Ortega, manilveña que se embarcó en el S.S. Ascot.

Pedro Chacón y Ana Vega. Fuente: Hawaiians Spaniards

Igualmente, José Vilchez Gil, que vivió en Hilo, Hawái,  se casó en Honomu con Isabel Aguilar de Hoyos (Estepona, 1893 – Mountain View, California, 1979), que emigró en el mismo buque.

José Vilchez e Isabel Aguilar. Fuente: Hawaiians Spaniards

Otros ejemplos son: Isabel Rojo Contreras, que se casó en California con John Martín, de Álora, y con Mary Rojo Contreras que se unió a Joe, hermano de su cuñado John; con el esteponero Alfonso Medel Villalba (1914 – 1999) que se casó con la cacereña María Sánchez Díaz; y con Ana María Caravaca Infante (Estepona, 01/12/1895) que emigró con sus padres y hermanos también en el Willesden I y contrajo matrimonio el 18 de diciembre de 1915, en Papaikou (Hawái), con el filipino Basilio Valerio.

La mayoría de los que emigraron permaneció y acabó integrándose en los Estados Unidos alcanzando un buen nivel de vida, gracias al trabajo y el ahorro y a pesar de sufrir la “Gran Depresión de 1929”, aunque hubo algunos que volvieron a España, como es el caso de la familia Rubio-Contreras, familiares de los Rojo-Contreras por la línea materna, que aparece en la portada del libro del Sr. Albertos:

Fuente: Hawaiians Spaniards

En el verano de 1933, después de que hubieran fallecido los padres de Ana Contreras, el matrimonio regresó a España con sus hijos (Frankie, Gabriela, María, Annie, Antonia, Diego (que murió al poco de llegar), Johnny, Dolores, José e Isabel), un camión y 80.000 dólares en la cartera.  Vivieron un tiempo en la Calle Pozo de los Palos nº 8, nacieron otros dos hijos: Salvador y Cristóbal, y compraron un terreno conocido como “Cañada Ortega” que heredó Johnny. Sin embargo, siete de los once hermanos que sobrevivieron regresaron a California y permanecieron en los Estados Unidos hasta su fallecimiento. 

Son muchos, por tanto, los descendientes de esteponeros y esteponeras (18) que, con gran esfuerzo y sacrificio, se han integrado en California como estadounidenses de pleno derecho y que deberían ser recordados y reconocidos por las autoridades locales, provinciales y nacionales.

10.  REFERENCIAS

(1) La Colonia Agrícola de San Pedro Alcántara fue fundada en 1860 por el Marqués del Duero. Desde 1867, por Real Orden de 27 de Marzo, la Colonia, cuyo objeto era el cultivo y molienda de la caña de azúcar, contó con sacerdote, médico, cirujano y maestro y maestra con cargo a los presupuestos del Estado y se benefició de ventajas fiscales para el propietario, la exención del servicio militar para los colonos y sus hijos, permiso de armas para estos, etc.  

(2) Legajo  Ultramar 5200, exp. 16, conservado en el Archivo Histórico Nacional, de Madrid.

Fuente: Archivo Histórico Nacional, ULTRAMAR, 5200, Exp.16

El diario de navegación de las corbetas “Descubierta” y “Atrevida” en su viaje de Acapulco a Manila, folio 25.

Mapas como "Americae nova Tabula" de Guilejelmo Blaeuw.

El historiador hawaiano Reginal Yzendoorn también lo admitió en 1920.

(3) The Pacific Commercial Advertiser  29.07.1907

Fragmento del artículo "Stackable's great tour"

(4)  Inmigración portuguesa a Hawaii.  https://hmong.es/wiki/Portuguese_immigration_to_Hawaii

(5) Description of the Voyage of the Suveric to Hawaii 1906. Melody Lassalle.  http://www.yourislandroutes.com/description-of-the-voyage-of-the-suveric-to-hawaii-1906/ Relación de artículos publicados en distintos periódicos durante el viaje del Suveric a Hawái en 1906.

(6) Evening Bulletin, Hawaiian Gazette, Hawaian Star, de los días 13, 14 y 15 de abril de 1911.

(7) Un Gran Jurado Federal (Federal Grand Jury) no determina la culpabilidad o inocencia del denunciado, solo decide si existen evidencias suficientes para iniciar un juicio.

(8)  Todos lo datos recogidos sobre dicho dictamen aparecen en el Hawaiian Gazette, de 25.04.1911, y el Evening Bulletin de 15.05.1911 y 13.06.1911.

(9)   Traducción del Hawaiian Star de 9.12.1911

(10)  Hawaiaian Star, 13.12.1911

(11) Dago: Palabra extremadamente ofensiva que utilizan oficiales de los barcos para referirse a los emigrantes españoles.

(12) Puede obtenerse una relación de los pasajeros esteponeros en: 

         https://drive.google.com/file/d/1fvZpwusUmUpIdWu1n2AzoeFLHAIToOjB/view?usp=sharing

(13) Hawaiian Gazette, 22.12.1911

(14) Evening Bulletin, 18.04.1912

(15) Hawaiian Gazette, 23.04.1912 (Libre traducción)

(16) Hawaiian Star. 07.05.1912

(17) Justo a la llegada a Honolulu del SS Harpalion, el Cónsul Arana se dirigió a la Junta de Inmigración de Hawái quejándose de que los Sres. Victor Clarck y Raymond Brown no tomaban medidas para revisar los permisos de las autoridades militares y solicitando que la Junta o los propietarios del buque se hiciesen cargo de la repatriación de los desertores.

(18) A Hawái también emigraron familias de Manilva y Casares. Aquí pueden ver la relación de vecinos de estos dos pueblos que viajaron en la primera travesía del Willesden en 1911: https://drive.google.com/file/d/1wG9beTGLgCGg4ofkY3LZT3Ej0UqqfZQw/view?usp=sharing

11.  BIBLIOGRAFÍA

  • Alba Trujillo, Miguel. “S.S. Heliopolis. La primera emigración de andaluces a Hawai 1907”. Ediciones del Genal. ISBN: 978-84-16626-02-1.
  • Alba Trujillo, Miguel. “La agridulce emigración andaluza a Hawái”. TSN nº 7, enero-junio 2019 ISSN: 2530-8521. Págs. 207-220
  • Albertos Carrasco, Francisco Javier. “Inmigrantes Españoles en Hawaii. Puerta a California 1907-1913”. 2017. ISBN: 978-1978445185
  • Consejo Superior de Emigración. "La emigración española transoceánica". Madrid. Hijos de T. Minuesa de los Ríos. 1916. (Biblioteca Nacional de España).
  • Jiménez García, José Luis. "Un jerezano en el paraíso". Diario de Jerez. 4/2/2019. https://www.diariodejerez.es/jerez/jerezano-Francisco-Paula-Marin-Colonizador-Hawai_0_1319868401.html
  • Madoz, Pascual. “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar”. Tomo VII. Madrid, 1847.
  • Pérez Martín, José. “Emigración española a Hawái (1899-1913)”- Editorial Alhulia. Salobreña (Granada). ISBN: 978-84-948006-5-8. Depósito legal: Gr. 227-2018. El libro viene acompañado por un DVD que contiene gran cantidad de datos y documentación.
  • Sánchez Alonso, Blanca. "La época de las grandes migraciones: desde mediados del siglo XIX a 1930". Mediterráneo Económico Vol 1. ISBN. 84-95531-08-9. Cajamar.
  • Rueda Hernanz, Germán. “Vida y desventuras de ocho mil españoles en Hawai durante las primeras décadas del siglo XX”. Revista de historia contemporánea, ISSN 0212-4416, Nº 3, 1984, págs. 125-144.
  • Zorita, Miguel. "¿Descubrieron los españoles Hawái?. Elplural.com, 28/11/2019. https://www.elplural.com/regreso-al-futuro/descubrieron-espanoles-hawai_228679102

12.  FUENTES Y RECURSOS



13. NOTA

En marzo de 2022, D. Francisco Javier Albertos Carrasco me informó del Congreso sobre la emigración de españoles a Hawái (1907-1913) que se iba a celebrar, a finales de octubre, en Cáceres,  y sus dificultades para asistir como ponente invitado al mismo, proponiéndome ir en su lugar. 

Tras una negativa inicial y una vez que me informé sobre el tema del Congreso, consideré que Estepona debía estar presente en dicho foro, acepté su ofrecimiento y me comprometí a escribir un artículo-ponencia-comunicación - desconocía qué querían los organizadores - sobre el papel de los esteponeros en dicha emigración. Para su elaboración, el Sr. Albertos me prestó todo su material y yo adquirí algunos libros, entre los cuales estaba el publicado por D. Francisco Javier en Amazon.

A finales de abril le envié el trabajo al Sr. Albertos y a primeros de mayo me informó de que no habían admitido su delegación en mí. 

Como considero que Estepona debe conocer los momentos tan duros que sufrieron algunos de sus vecinos allá por los años 1911-1913, he reelaborado el artículo inicial que le envié al Sr. Albertos, y que, al igual que el primero, está basado, en una buena parte, en la copiosa y excelente documentación que recoge su libro.


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